miércoles, 6 de enero de 2010
Objetores de conciencia en Israel - Mariano Man
Gracias a Javier Aviña por este artículo tomado de Observador Global
Israel: Los objetores de conciencia
Comentarios (3)por Mariano Man - Desde Israel 04.01.10
Rechazan las obligaciones militares e incumplen órdenes. Son juzgados por politizar al Ejército. La sociedad los condena y muchos cumplen penas en prisión. Antes eran militantes de izquierda pero ahora se sumaron soldados derechistas. Todos plantean un debate social que por ahora no tiene lugar. En un país donde el presupuesto de seguridad llegará en 2010 a su máxima marca histórica, la obligatoriedad del servicio militar comienza a dejar de ser un susurro que nadie quería oír para comenzar a ser una incómoda voz que pretende ser escuchada.
En Israel, el fenómeno de objeción de conciencia se daba hasta ahora en militantes de izquierda y pacifistas. Ahora, el rango cubre todo el arco político y esto comienza a inquietar a las autoridades.
Son tiempos raros para el Ejército de Israel. En poco más de dos años participó de sangrientos conflictos armados que hicieron movilizar los cimientos de una institución que siempre se sostuvo por dos pilares básicos: lealtad y moral.
La Segunda Guerra del Líbano y la Operación Plomo Fundido (en la que murieron 1.400 palestinos) generaron en algunos sectores de la sociedad israelí un interrogante respecto al papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el enemigo. Y la homogénea materia prima militar, los jóvenes de entre 17 y 20 años, comenzó a mostrarse con algunas fisuras de cara al enrolamiento y acatamiento de órdenes.
En Israel, a los objetores de conciencia, aquellos que rechazan hacer el servicio militar obligatorio, se los conoce como refuseniks. Esta palabra de origen ruso es peyorativa ya que no hacer el servicio militar en Israel es, en términos sociales, una deshonra y una traición a la patria. Al prójimo.
Sin embargo, los objetores descreen del axioma que plantea que todos los ciudadanos, de todas las capas y extractos, deben defender al Estado. Para ellos, enrolarse en el Ejército es una acción de la que no quieren arrepentirse.
DIFERENCIASEntre los objetores de conciencia existen dos tipos de conducta bien definidos: rechazar de plano el enrolamiento a las Fuerzas Armadas e incumplir órdenes emitidas por oficiales superiores.
Como toda decisión militar tiene una base política, en muchos casos, rebelarse ante la autoridad castrense lleva a los objetores a la militancia, a la politización de la actitud.
En ese sentido, existen en Israel varias organizaciones de objetores de conciencia. Uno de los grupos es Refuz.org, que bajo el lema “Eres libre para decir que no” insta a los objetores a saber negarse, no sentir culpa por ello y lograr una sensación de alivio.
Iosef B. es activista de Refuz y en diálogo con Observador Global cuenta que demoler viviendas de terroristas es una de las órdenes que los objetores de conciencia rechazan. Lo consideran salvaje, contrario a los valores humanos y torpemente aleccionador. “Dar lecciones, de eso se trata el Ejército. ¿Qué autoridad moral tenemos para tirar abajo una casa?”, interroga Iosef B.
CRIMEN Y CASTIGOEn 2002 cinco jóvenes no mayores de 19 años fueron juzgados por la Corte por deserción e insubordinación. Pagaron por su actitud con dos años de cárcel.
Uno de ellos, Jagai Matar, hoy de 26 años, se convirtió en una especie de símbolo entre los modernos objetores de conciencia.
Militante de izquierda y opositor a la conquista de los territorios ocupados por Israel en 1967, Matar le dice a Observador Global que jamás pensó que pasaría 24 meses encerrado. “Me imaginé una condena no mayor a los dos meses pero ganó el concepto de aplicar un fuerte castigo a los objetores. Yo militaba por una solución de dos Estados, uno judío y otro árabe, sin violencia y me di cuenta que lo que me pedirían en las Fuerzas Armadas era exactamente lo contrario. Entonces elegí no ser parte de eso”, cuenta Matar.
Mientras militaba, Matar conoció a otros jóvenes que pensaban y sentían lo mismo que él. Que había algo “terrible” y que todos coincidían en identificarlo. Todos terminaron presos.
En su encierro, dice Matar, sintió el apoyo de una pequeña porción de gente: amigos, familia, compañeros de ruta y militantes del exterior se solidarizaron. “Pero no mucho más, afirma, porque para la sociedad israelí somos traidores y cobardes. Yo decía y digo que la verdadera historia, la noticia, no somos nosotros sino lo que hay detrás. Lo que se nos pide que hagamos. Sin embargo, me siguen deteniendo en manifestaciones no violentas”.
LAS MUJERES TAMPOCOVioleta Leguizamón y Nurit Azulay son dos argentinas que viven en Israel como ciudadanas. Nurit nació en Israel pero pasó su infancia y su adolescencia en Rosario, Argentina. Coinciden en algo más: ambas rechazaron cumplir con el servicio militar.
Leguizamón se dio cuenta de que no quería seguir luego de cuatro meses de entrenamiento. Tuvo ataques de pánico. Sintió que le lavaban el cerebro pero analiza que para el israelí medio, nacido y criado en el país, el enrolamiento es más natural.
Su planteo fue ético y personal, no tuvo relación con la política. “Me hice la loca. Fui al psicólogo y dije las frases que había que decir para zafar”, confiesa.
Para ella, la vida pos-deserción no fue fácil. Sintió discriminación por parte de sus amigos nativos y le costó mucho conseguir trabajo ya que una de las condiciones que ponen muchas empresas es haber cumplido el servicio militar.
El caso de Nurit es parecido pero a diferencia de Violeta supo que no quería enrolarse cuando la llevaron de excursión a bases militares y tuvo que hacer un entrenamiento. “Yo volví a Israel con toda la actitud para hacer el Ejército pero luego me decepcioné. La forma de tratar a la gente, los uniformes, las armas… todo eso me asustó y decidí que no iba a ser parte”, recuerda.
Del psicólogo pasó al psiquiatra y luego a una reunión con autoridades militares relacionadas con el alistamiento. “Me dieron un año de prórroga y luego la baja definitiva. Yo creo que no todos son aptos para lo mismo y por eso se debería plantear la posibilidad de que el servicio militar no sea obligatorio”, comenta.
POSTURA OFICIALTolerancia cero. Puño de hierro. Estas expresiones no son nombres de grupos de música punk rock israelí ni formaciones neonazis. Son conceptos vertidos por el ministro de Defensa Ehud Barak y por el jefe del Estado Mayor Gabi Ashkenazi para ser aplicados contra la insubordinación.
Esta firme determinación tomó cuerpo y fuerza semanas atrás luego de que soldados de militancia derechista rechazaran participar de la evacuación de asentamientos judíos en Cisjordania.
El fenómeno de objeción de conciencia se daba hasta ahora en militantes de izquierda y pacifistas. Ahora, el rango cubre todo el arco político y esto comienza a inquietar a las autoridades.
Jagai Matar define que no milita para que la gente deserte del servicio militar sino para que la sociedad abra un debate sobre quién es adecuado para ser soldado, quién puede soportar el Ejército y si el cumplimiento debe ser obligatorio o no. “Hay que preguntarse más sobre el tema para lograr un equilibrio”, explica.
En un país donde el presupuesto de seguridad llegará en 2010 a su máxima marca histórica -14.000 millones de dólares- la obligatoriedad del servicio militar comienza a dejar de ser un susurro que nadie quería oír para comenzar a ser una incómoda voz que pretende ser escuchada.
Israel: Los objetores de conciencia
Comentarios (3)por Mariano Man - Desde Israel 04.01.10
Rechazan las obligaciones militares e incumplen órdenes. Son juzgados por politizar al Ejército. La sociedad los condena y muchos cumplen penas en prisión. Antes eran militantes de izquierda pero ahora se sumaron soldados derechistas. Todos plantean un debate social que por ahora no tiene lugar. En un país donde el presupuesto de seguridad llegará en 2010 a su máxima marca histórica, la obligatoriedad del servicio militar comienza a dejar de ser un susurro que nadie quería oír para comenzar a ser una incómoda voz que pretende ser escuchada.
En Israel, el fenómeno de objeción de conciencia se daba hasta ahora en militantes de izquierda y pacifistas. Ahora, el rango cubre todo el arco político y esto comienza a inquietar a las autoridades.
Son tiempos raros para el Ejército de Israel. En poco más de dos años participó de sangrientos conflictos armados que hicieron movilizar los cimientos de una institución que siempre se sostuvo por dos pilares básicos: lealtad y moral.
La Segunda Guerra del Líbano y la Operación Plomo Fundido (en la que murieron 1.400 palestinos) generaron en algunos sectores de la sociedad israelí un interrogante respecto al papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el enemigo. Y la homogénea materia prima militar, los jóvenes de entre 17 y 20 años, comenzó a mostrarse con algunas fisuras de cara al enrolamiento y acatamiento de órdenes.
En Israel, a los objetores de conciencia, aquellos que rechazan hacer el servicio militar obligatorio, se los conoce como refuseniks. Esta palabra de origen ruso es peyorativa ya que no hacer el servicio militar en Israel es, en términos sociales, una deshonra y una traición a la patria. Al prójimo.
Sin embargo, los objetores descreen del axioma que plantea que todos los ciudadanos, de todas las capas y extractos, deben defender al Estado. Para ellos, enrolarse en el Ejército es una acción de la que no quieren arrepentirse.
DIFERENCIASEntre los objetores de conciencia existen dos tipos de conducta bien definidos: rechazar de plano el enrolamiento a las Fuerzas Armadas e incumplir órdenes emitidas por oficiales superiores.
Como toda decisión militar tiene una base política, en muchos casos, rebelarse ante la autoridad castrense lleva a los objetores a la militancia, a la politización de la actitud.
En ese sentido, existen en Israel varias organizaciones de objetores de conciencia. Uno de los grupos es Refuz.org, que bajo el lema “Eres libre para decir que no” insta a los objetores a saber negarse, no sentir culpa por ello y lograr una sensación de alivio.
Iosef B. es activista de Refuz y en diálogo con Observador Global cuenta que demoler viviendas de terroristas es una de las órdenes que los objetores de conciencia rechazan. Lo consideran salvaje, contrario a los valores humanos y torpemente aleccionador. “Dar lecciones, de eso se trata el Ejército. ¿Qué autoridad moral tenemos para tirar abajo una casa?”, interroga Iosef B.
CRIMEN Y CASTIGOEn 2002 cinco jóvenes no mayores de 19 años fueron juzgados por la Corte por deserción e insubordinación. Pagaron por su actitud con dos años de cárcel.
Uno de ellos, Jagai Matar, hoy de 26 años, se convirtió en una especie de símbolo entre los modernos objetores de conciencia.
Militante de izquierda y opositor a la conquista de los territorios ocupados por Israel en 1967, Matar le dice a Observador Global que jamás pensó que pasaría 24 meses encerrado. “Me imaginé una condena no mayor a los dos meses pero ganó el concepto de aplicar un fuerte castigo a los objetores. Yo militaba por una solución de dos Estados, uno judío y otro árabe, sin violencia y me di cuenta que lo que me pedirían en las Fuerzas Armadas era exactamente lo contrario. Entonces elegí no ser parte de eso”, cuenta Matar.
Mientras militaba, Matar conoció a otros jóvenes que pensaban y sentían lo mismo que él. Que había algo “terrible” y que todos coincidían en identificarlo. Todos terminaron presos.
En su encierro, dice Matar, sintió el apoyo de una pequeña porción de gente: amigos, familia, compañeros de ruta y militantes del exterior se solidarizaron. “Pero no mucho más, afirma, porque para la sociedad israelí somos traidores y cobardes. Yo decía y digo que la verdadera historia, la noticia, no somos nosotros sino lo que hay detrás. Lo que se nos pide que hagamos. Sin embargo, me siguen deteniendo en manifestaciones no violentas”.
LAS MUJERES TAMPOCOVioleta Leguizamón y Nurit Azulay son dos argentinas que viven en Israel como ciudadanas. Nurit nació en Israel pero pasó su infancia y su adolescencia en Rosario, Argentina. Coinciden en algo más: ambas rechazaron cumplir con el servicio militar.
Leguizamón se dio cuenta de que no quería seguir luego de cuatro meses de entrenamiento. Tuvo ataques de pánico. Sintió que le lavaban el cerebro pero analiza que para el israelí medio, nacido y criado en el país, el enrolamiento es más natural.
Su planteo fue ético y personal, no tuvo relación con la política. “Me hice la loca. Fui al psicólogo y dije las frases que había que decir para zafar”, confiesa.
Para ella, la vida pos-deserción no fue fácil. Sintió discriminación por parte de sus amigos nativos y le costó mucho conseguir trabajo ya que una de las condiciones que ponen muchas empresas es haber cumplido el servicio militar.
El caso de Nurit es parecido pero a diferencia de Violeta supo que no quería enrolarse cuando la llevaron de excursión a bases militares y tuvo que hacer un entrenamiento. “Yo volví a Israel con toda la actitud para hacer el Ejército pero luego me decepcioné. La forma de tratar a la gente, los uniformes, las armas… todo eso me asustó y decidí que no iba a ser parte”, recuerda.
Del psicólogo pasó al psiquiatra y luego a una reunión con autoridades militares relacionadas con el alistamiento. “Me dieron un año de prórroga y luego la baja definitiva. Yo creo que no todos son aptos para lo mismo y por eso se debería plantear la posibilidad de que el servicio militar no sea obligatorio”, comenta.
POSTURA OFICIALTolerancia cero. Puño de hierro. Estas expresiones no son nombres de grupos de música punk rock israelí ni formaciones neonazis. Son conceptos vertidos por el ministro de Defensa Ehud Barak y por el jefe del Estado Mayor Gabi Ashkenazi para ser aplicados contra la insubordinación.
Esta firme determinación tomó cuerpo y fuerza semanas atrás luego de que soldados de militancia derechista rechazaran participar de la evacuación de asentamientos judíos en Cisjordania.
El fenómeno de objeción de conciencia se daba hasta ahora en militantes de izquierda y pacifistas. Ahora, el rango cubre todo el arco político y esto comienza a inquietar a las autoridades.
Jagai Matar define que no milita para que la gente deserte del servicio militar sino para que la sociedad abra un debate sobre quién es adecuado para ser soldado, quién puede soportar el Ejército y si el cumplimiento debe ser obligatorio o no. “Hay que preguntarse más sobre el tema para lograr un equilibrio”, explica.
En un país donde el presupuesto de seguridad llegará en 2010 a su máxima marca histórica -14.000 millones de dólares- la obligatoriedad del servicio militar comienza a dejar de ser un susurro que nadie quería oír para comenzar a ser una incómoda voz que pretende ser escuchada.
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