miércoles, 24 de febrero de 2010

Mahmud Darwish - "Notre musique" de Godard

En el ciclo de cine-debate "¿Paz o pax en Medio Oriente?" aparecía Mahmud Darwish en una escena lacónicamente traducida, en diálogo con Judit Lerner. Aquí hay un fragmento de otra entrevista en la que el poeta dice mucho sobre el tema que apenas queda sugerido en el subtitulado español a la película:


PALESTINA COMO METÁFORA
—He optado por ser un poeta troyano. Pertenezco decididamente al campo de los perdedores. Los perdedores que han sido privados del derecho a dejar huella alguna de su derrota y del derecho a proclamarla (...).»Tomo partido por Troya, pues Troya es la víctima. Mi educación, mi manera de ser y mi experiencia son las de una víctima. Y mi conflicto con el Otro gira en torno a una sola pregunta: ¿quién de los dos merece, hoy, el estatuto de víctima? En repetidas ocasiones he dicho al Otro bromeando: cambiemos los papeles. Usted es una víctima victoriosa, erizada de cabezas nucleares. Yo, una víctima dominada, erizada de cabezas poéticas. No sé si la supremacía poética nos proporcionará legitimidad nacional. Pero la poesía es mi oficio. (...)»He deseado tantas veces ser victorioso para poner a prueba mi humanismo, mi capacidad de ser solidario con una víctima que, de alguna forma, ha contribuido a labrar su propio destino. (...)»No siento ninguna vergüenza de colocarme del lado de los perdedores. Pues tengo la convicción de que la derrota implica una mayor carga poética.»Podemos hacer concesiones y ponernos de acuerdo sobre todo, salvo la historia. Podemos compartir la tierra, las ventanas de los sueños, la fusión de la flauta con la flauta, los mitos nacidos en esta tierra, todo lo que usted quiera.»Tengo ventaja sobre el enemigo en este aspecto. Considero que la Biblia es parte integrante de mi herencia, mientras que el islam no lo es de la suya. No tengo ningún problema en considerarme el producto, el mestizo, de todo lo que esta tierra palestina ha dicho, de todo lo que la humanidad ha dicho. Pero él se niega a hacer lo mismo, prohibiéndome asociarme a su identidad cultural y humana. Es él el que reduce su identidad y la hace selectiva. Podríamos entendernos sobre todo, salvo sobre la historia, y no hay ninguna resolución internacional, que yo sepa, que nos imponga que nos entendamos sobre la historia. (...)»No creo que haya en el mundo un solo pueblo al que se le pida todos los días que pruebe su identidad como a los árabes. Nadie dice a los griegos: ustedes no son griegos; a los franceses: ustedes no son franceses. Pero el árabe debe presentar permanentemente sus documentos de identidad, porque se busca que dude de sí mismo. Yo no estoy obsesionado por la genealogía ni la parentela. La única identidad que proclamo (...) es “Yo soy mi lengua”. Ni más ni menos. Y digo que en esta lengua se percibe la vecindad de los romanos, los persas y tantos otros pueblos. Sólo me reconozco en mi lengua, y no estoy preocupado en absoluto por las “diferencias” de raza o sangre. No creo en las razas puras, ni en Oriente Medio ni en otra parte. Al contrario, estoy convencido de que el mestizaje me enriquece y enriquece mi cultura. Es el Otro el que me exige sin cesar que sea un árabe, por supuesto, según su propia definición de arabidad. (...)»Recuerdo una conversación entre Jean Genet y Juan Goytisolo. Genet, que despreciaba el concepto de patria, dijo a Goytisolo: “La patria es la idea más estúpida que existe, salvo para quienes están privados de ella, como los palestinos”. “¿Qué sucederá cuando los palestinos hayan encontrado su patria?”. “Podrán tirarla entonces por la ventana”, respondió Genet. (...)»Soy árabe, y mi lengua conoció el mayor florecimiento cuando estuvo abierta a los otros, a la humanidad entera. (...) No existe gueto en mi identidad. Mi problema reside en lo que el Otro ha decidido ver en mi identidad. Y, sin embargo, yo le digo: esta es mi identidad, compártela conmigo, es lo suficientemente amplia como para acogerte; nosotros, los árabes, solo tuvimos una verdadera civilización cuando salimos de nuestras tiendas para abrirnos a lo múltiple y lo diferente. No soy de los que sufren una crisis de identidad, ni de los que no cesan de preguntarse: ¿quién es árabe? ¿Qué es la nación árabe? Soy árabe porque el árabe es mi lengua, y, en el actual debate, hago una encarnizada defensa de la lengua árabe, no para salvaguardar mi identidad, sino por mi existencia, mi poesía y mi derecho a cantar».

Fragmentos de la entrevista con el poeta libanés Abbas Baydun,Al-Wasat, septiembre-octubre 1995, recogida en La Palestine comme métaphore, Sindbad-Actes Sud, 1997

Tomado de http://www.orienteymediterraneo.com/11.html

1 comentario:

  1. Gladis
    Cuánta sabiduría! Qué maravilloso mensaje dejan estas palabras que ofrecen acogida desde su propia lengua, desde su "identidad" tan cuestionada. Gracias por compartirlas. Hacen mucho bien a quien las lee.

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