Esta carta de Sigmund Freud, del 26 de febrero de 1930, está dirigida a Chaim Koffler, miembro de la Fundación para la Reinstalación de los Judíos en Palestina (Keren Hayesod). Traducida del alemán al francés por Jacques Le Rider, fue publicada por la revista “Cliniques méditérranéennes” (n° 70, Erès, 2004).
lunes, 9 de mayo de 2016
Carta de Sigmund Freud a Chaim Koffler: Mis reticencias sobre el sionismo
Esta carta de Sigmund Freud, del 26 de febrero de 1930, está dirigida a Chaim Koffler, miembro de la Fundación para la Reinstalación de los Judíos en Palestina (Keren Hayesod). Traducida del alemán al francés por Jacques Le Rider, fue publicada por la revista “Cliniques méditérranéennes” (n° 70, Erès, 2004).
Señor Doctor,
No puedo hacer lo que usted desea. Mi reticencia a interesar al público en mi
persona es insalvable y creo que las circunstancias críticas actuales no me
incitan para nada a hacerlo. Quien quiera influenciar a la mayoría debe tener
algo arrollador y entusiasta para decir, y eso, mi opinión reservada sobre el
sionismo no lo permite. Sin dudas tengo los mejores sentimientos de simpatía
para esfuerzos libremente consentidos, estoy orgulloso de nuestra universidad
de Jerusalén y me alegro por la prosperidad de los establecimientos de nuestros
colonos. Pero, por otro lado, no creo que Palestina pueda algún día ser un
Estado judío ni que tanto el mundo
cristiano como el mundo islámico puedan un
día estar dispuestos a confiar sus lugares santos al cuidado de los judíos. Me
hubiera parecido más prudente fundar una patria judía en un suelo
históricamente no cargado; en efecto, sé que, para un propósito tan racional,
nunca se hubiera podido suscitar la exaltación de las masas ni la cooperación
de los ricos. Concedo también, con pesar, que el fanatismo poco realista de
nuestros compatriotas tiene su parte de responsabilidad en el despertar del
recelo de los árabes. No puedo sentir la menor simpatía por una piedad mal
interpretada que hace de un trozo de muro de Herodes una reliquia nacional y, a
causa de ella, desafía los sentimientos de los habitantes de la región.
Juzgue usted mismo si, con un punto
de vista tan crítico, soy la persona que hace falta para cumplir el rol de
consolador de un pueblo quebrantado por una esperanza injustificada.
Freud
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