lunes, 31 de agosto de 2009

Nurit Peled en el XX aniversario de las mujeres de negro el 10-3-09

Intervención de Nurit Peled-Elhanan en el XX aniversario de las Mujeres de Negro.

Agradezco a las Mujeres de Negro haberme invitado a intervenir hoy. En el momento en que estamos, querría dedicar estas palabras a los niños de la Franja de Gaza que se mueren lentamente de hambre y de enfermedades, y a sus madres, admirables, que continúan trayendo al mundo a sus hijos, alimentándoles y educándoles. La tasa de alfabetización en Gaza alcanza hoy el 92%, es de las más altas del mundo y ello en el campo de concentración más espantoso de la Tierra, en el que sus habitantes se están ahogando mientras el mundo civilizado mira en silencio. Me hubiera gustado poder, hoy, celebrar el fin de la actividad de las Mujeres de Negro. Pero la verdad es que sus actividades son cada día más difíciles. En un Estado en el que reinan los dioses de la muerte y del dinero, en un Estado en que la economía es floreciente mientras los niños tienen hambre, en que los héroes de la mitología son asesinos audaces, donde los dirigentes reconocen abierta y públicamente que la vida humana, a sus ojos, vale menos que un pimiento, en un Estado que envía a sus hijos a morir sin siquiera molestarse en inventarles una razón, en un Estado que encarcela a millones de seres humanos en ghettos, les encierra y destruye lentamente, en ese Estado, la voz calma y perseverante de las Mujeres de Negro es la voz más fuerte del rechazo de la conciencia. Las Mujeres de Negro son el ejemplo y el modelo del rechazo a venerar el dios de la guerra, el rechazo de obedecer a las leyes racistas del Estado de Israel. La acción de las Mujeres de Negro es, en si misma, el rechazo de la educación racista y del envenenamiento metódico diario de los espíritus perseguido por las escuelas, los medios y los discursos de los representantes electos de la nación. En el Estado de Israel, la 'madre judía' [expresión que se utiliza e algunos países para expresar la idea de maternidad en grado sumo] está amenazada de desaparición. La 'madre judía' de hoy está excluida de barrios como Mea Shearim 1/ , donde las madres preservan a sus hijos del ejército; fuera de esos barrios, la voz de la 'madre judía' no es oída, salvo por organizaciones como las Mujeres de Negro, que la sociedad en general condena y calumnia. El Estado de Israel condena y calumnia la voz de las 'madres judías' que es la voz de la compasión, de la tolerancia y del diálogo. El Estado de Israel hace todo lo que puede para asegurarse de que esta voz sea puesta en sordina y se calle para siempre. Salvo en las organizaciones por la paz, condenadas por el discurso general a no ser más que sonámbulos marginales e izquierdistas, la voz de la 'madre judía' ha dejado desde hace mucho de ser una voz maternal. La madre israelí, tal como existe hoy, encarna una función maternal desnaturalizada, perdida, perturbada y enferma. Las 'madres judías' como Yochabad, madre de Moisés, como Rachel, que llora sobre sus hijos y rechaza todo consuelo, como Madre Coraje, la madre que no encuentra ni consuelo y ni paz en la muerte de los hijos de otra madre… esas madres han sido reemplazadas por otras madres que no son sino golems que se han vuelto contra sus creadores, que son más espantosos y más crueles que ellos, madres que dedican sus úteros al Estado de apartheid y al Ejército de ocupación, que enseñan a sus hijos un racismo intransigente y están dispuestas a sacrificar el fruto de su vientre en el altar de la megalomanía de sus dirigentes, corruptos y sedientos de sangre. Se encuentran también esas madres entre las enseñantes y las educadoras de nuestra época. Ellas solas, las mujeres que se alzan, semana tras semana, bajo la lluvia y el sol, son el solo y único recuerdo de que la voz de la otra maternidad, natural, no ha desaparecido completamente de la superficie de esta tierra amable que fue, en otro tiempo, la Tierra Santa. Raros son los padres que en Israel reconocen que los asesinos de niños, los demoledores de casas, los arrancadores de olivos y los envenenadores de pozos de agua no son otros que sus adorables hijos e hijas, sus propios hijos, educados aquí, a lo largo de los años, en la escuela del odio y del racismo. Niños que han aprendido, durante 18 años, a temer y despreciar al extranjero, a temer siempre a los vecinos, los gentiles, niños que han sido educados en el temor al Islám, un temor que los moldea para convertirse en soldados brutales y discípulos de asesinos en masa. Y no sólo estos jóvenes matan y martirizan, sino que lo hacen con el total apoyo de mamá, con la total gratitud de papá, animados por toda la nación, sin siquiera provocar un fruncimiento de cejas cuando hay muertes de niños, de personas mayores y de minusválidos. Una nación que se agrupa alrededor de pilotos que no sienten nada, salvo una sacudida en el ala de su avión /2, cuando dejan caer bombas sobre familias enteras y las aplastan. En este infierno en el que vivimos, en el brasero cotidiano que agita y extiende el reino subterráneo de los niños muertos, el papel de las Mujeres de Negro, esas madres y abuelas reunidas en esta plaza /3, y en otras plazas en todo el mundo, su papel es ser el guardián de una maternidad natural, sana, y hacer de forma que su voz no sea reducida al silencio y no desaparezca de la superficie de la tierra. Para recordar al mundo que ha perdido su imagen humana que hemos sido hechos todos a Su Imagen, para repetir invariablemente y sin cesar que siempre, a pesar del Muro del apartheid, a pesar del cruel asedio de Gaza, a pesar de las guerras sin causa, y frente a la furia de los dirigentes de este país que, todos, hasta los últimos, son criminales contra la humanidad, la voz de las mujeres y de las madres, la voz de la compasión, de la justicia y de la esperanza, no debe ser reducida al silencio. Es necesario que tengáis más influencia.
10/3/2009
Publicado el miércoles 11/3/2009 en http://www.protection-palestine.org
Nurit Peled-Elhanan recibió el premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2001 por sus alegatos a favor de la paz en Oriente Medio. Perdió a su hija el 4 de septiembre de 1997 en un ataque suicida. Es profesora de Literatura y Ciencias de la Educación en la Universidad hebrea de Jerusalén.
Notas:1/ Barrio judío ultraortodoxo de Jerusalén cuyos habitantes, en su mayor parte, no reconocen el estado de Israel y no sirven en el ejército.
2/ Hace referencia a Dan Halutz, piloto del ejército del aire y antiguo jefe del estado mayor. Cuando un periodista le preguntaba, un poco después del lanzamiento por el ejército del aire de una bomba de una tonelada sobre un edificio habitado en la banda de Gaza, matando a numerosos civiles, lo que sentía, como piloto, cuando lanzaba la bomba, respondió: “Siento una ligera sacudida en el ala cuando se libera la bomba”.
3/ Plaza de París en Jerusalén.
Tomado de: www.enlacesocialista.org.mx 13 de Marzo de 2009

domingo, 30 de agosto de 2009

Links a 3 artículos publicados por Rubén Moheno

Discurso del Nobel contra las armas nucleares
Una pendiente resbaladiza hacia el desastre
Joseph Rotblat
http://www.jornada.unam.mx/2005/09/18/mas-cara.html

Israel frente el terrorismo
La guerra no puede ser
"limpia y perfecta"
http://www.jornada.unam.mx/2004/04/04/mas-cara.html

Atrapado por el amor
El caso Vanunu y el poderío nuclear israelí
http://www.jornada.unam.mx/2001/09/09/mas-cara.html

Israel Palestina Contra toda esperanza. Un artículo de Elías Sanbar y Pierre Vidal-Naquet

Muchas gracias a nuestro amigo Rubén Moheno por permitirnos la publicación de este artículo en el blog.

En estos días donde parece derrumbarse todo en Medio Oriente; y la posibilidad, para los palestinos, de tener al fin un Estado donde su pueblo sea soberano, y para los israelíes, la posibilidad de integrarse a una región donde, ¿es necesario recordarlo?, los árabes cuentan con una mayoría aplastante, nosotros estimamos nuestro deber decir algunas verdades elementales.

Uno de nosotros es un patriota (y no un nacionalista) palestino. El otro no tiene otra patria que Francia, lo que no lo lleva a renegar de una parte de la herencia del antiguo Israel (que contiene, como todas las herencias, lo peor y lo mejor), ni a ser indiferente al destino de esos millones de judíos que tienen con él alguna cosa en común.

Los dos somos historiadores.

Sin embargo no nos remontaremos al conjunto del siglo que acaba de pasar. Hubo una querella con el sionismo. Los que la levantaron no andaban escasos de argumentos, ya fueran árabes, judíos, o simplemente lúcidos. El sionismo se implantó en una región sensible del mundo en una época en la que nada parecía más “normal” que instalarse en el territorio del prójimo.

Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda vieron así la luz en términos de un proceso colonial.

Hoy nadie cuestiona su existencia, a pesar de los dramas surgidos en ese proceso, que fueron evocados por una atleta aborigen en los juegos olímpicos de Sydney.

Lo mismo la creación de Israel, más reciente, fue acompañada, ante los ojos indiferentes del mundo occidental y soviético, por el éxodo forzado de cientos de miles de palestinos. Hoy, esos refugiados y sus descendientes no cuestionan la existencia del Estado de Israel, en tanto se reconozca la injusticia sufrida y la puesta en práctica de sus derechos se negocie equitativamente.

Que nos baste recordar lo evidente: desde junio de 1967, Cisjordania y la franja de Gaza son territorios ocupados, dominados, aplastados política, social y económicamente. A pesar de eso, la resistencia palestina ha reconocido en forma solemne la existencia del Estado de Israel hebreo y entabló un proceso de paz en Oslo, en tanto el Estado de Israel reconociera a los palestinos representados por la OLP, y a su jefe Yasser Arafat.

Ese proceso no ha culminado.

Del lado palestino, alimentándose de una frustración creciente de la población ocupada, se destacó un ala que practica una política de terror y de muerte que nos horroriza.

Del lado israelí, a pesar de las denuncias, se desarrolló la colonización a una escala considerable, reduciendo los territorios palestinos supuestamente autónomos a una piel de zapa atravesada por “rutas de contorno.”

Hoy, dos terrores se alimentan uno a otro. El terrorismo palestino, totalmente minoritario en tiempos de Itzhak Rabin, ha adquirido una dimensión dramática. Pero la respuesta israelí es, con sus “ejecuciones extrajudiciales”, en un sentido más dramática todavía. Ahora parece orientarse a la destrucción del pueblo mismo tal como estaba estructurado y organizado.

Como todo terrorismo de Estado, es sobre todo contradictorio. Ayer se pedía a Arafat que hiciera de policía en el espacio que se suponía controlar, destruyendo los instrumentos de su poder. Hoy se le aísla totalmente apenas escondiendo la voluntad de hacerlo partir.

La explotación inmediata por Ariel Sharon de las masacres del 11 de septiembre es un signo inequívoco que no podría confundir. Sharon ha comparado a Arafat con Bin Laden y el mullah Omar juntos. ¿A quien cree parecerse él si no al responsable de las masacres de Sabra y Chatila?

¿Cómo salir de esto? En el horizonte que se perfila, tres soluciones parecen “lógicas”.

La primera es la expulsión de los palestinos de lo que se llama Eretz Israel; de toda la Palestina del mandato. Un ministro asesinado recientemente preconizaba esa solución. ¿Se podría imaginar seriamente los crímenes que haría falta cometer para alcanzar ese resultado? ¿Se podría creer que el mundo árabe podría ratificarlo? ¿Qué quedaría entonces del universalismo de los profetas de Israel; el del segundo Isaías, por ejemplo, y de la esperanza del ciudadano israelí de vivir, un día, en paz en esa región?

La otra solución es la inversa de la primera: la partida de los israelíes hacia cielos más clementes, Estados Unidos o Europa. Esta es estrictamente imposible en lo inmediato. ¿Pero en lo futuro? ¿Qué quedaría entonces del ideal de aquellos que deseaban ser liberadores y constructores de sus pueblos? Plantear esta pregunta tiene el mérito de recordar que, incluso si muchos han partido ya, reinventando la diáspora, los israelíes quieren quedarse y no pretenden terminar como la Argelia francesa.

La tercera solución es la coexistencia, así tome ésta la forma de dos Estados separados o una federación o una confederación.

Dos principios fundamentales pueden, tal vez, hacerla posible todavía.

El primero es el de la igualdad cívica pero también social y económica. Ese principio vale para el primer jefe en cuanto al espíritu que debe regir toda negociación futura. Y vale también para los palestinos ciudadanos de Israel que, cincuenta años después de la creación del Estado aún están lejos de contar. Vale igualmente para los israelíes que decidieran quedarse en territorio palestino y que ya no deben ser enquistados más ahí.

El segundo es el de la reciprocidad. Toda renuncia a la soberanía de una de las partes debe tener su contrapartida en la otra. Eso cuenta para todos los problemas debatidos, que comprenden, desde luego, el de Jerusalén y el de los refugiados.

Es muy necesario constatar que el gobierno de Ariel Sharon, hasta el presente, ha tomado el camino inverso, y que si de dientes para afuera ha reconocido el derecho de los palestinos a un Estado, es en condiciones tales que este último, reducido a una serie de bantustanes, no tiene ninguna oportunidad de vivir y desarrollarse pacíficamente. Los extremistas de ambas partes lo han percibido bien, y no han dejado de sentirse alentados.

El embajador de Israel en Francia, Elie Barnavi, ha declarado recientemente dos cosas contradictorias: que aquellos como Nourit Peled, que piensan que el gobierno de Sharon es “un gobierno de muerte”, fácilmente podrían quedarse en una cabina telefónica [en el extranjero]… y que por su existencia misma ellos constituyen el honor de Israel.

Nosotros queremos esperar todavía que “el resto de Israel”, como lo llamaban los profetas, sea ese “grano de mostaza”, como lo llamaba otro profeta.

Lo esperamos contra toda esperanza.

Una cortina de humo
Elías Sanbar edita la Revista de estudios palestinos ("Revue d'études palestiniennes") y es, efectivamente, un patriota en el exilio. Pierre Vidal-Naquet formó el expediente del Comité Maurice Audin sobre la “desaparición” del joven matemático arrestado en Argelia por los paracaidistas franceses. Fue uno de los que realizaron “El llamado de los doce”: el conjunto de personalidades intachables que emplazó a Francia para enfrentar la tortura en aquella guerra.

La maestra Nourit Peled es madre de una adolescente asesinada por un kamikaze de Hamas en la calle Ben-Yehuda de Jerusalén, en 1997, sin embargo, ella no hizo ningún reclamo particular a los asesinos de su hija; señaló la responsabilidad del gobierno israelí y continúa su combate por detener la masacre, y por el entendimiento entre los dos pueblos. En el sepelio de la adolescente sacrificada estuvieron los representantes de la Autoridad Palestina de Yaser Arafat, para consternación de los dirigentes hebreos también presentes, como Shimon Peres, entonces ministro de Relaciones Exteriores de Israel.

Tales personalidades debieron asistir a la ceremonia fúnebre porque la maestra Peled es también hija del fallecido general Matityahu Peled, maestro de Historia y del Medio Oriente en la Universidad de Tel Aviv, y miembro del Knessett, quien hasta su muerte dirigió el Consejo Israelí-Palestino por la Paz, y la editorial El Otro Israel. Se trata de un héroe militar que fue también pionero del diálogo con los palestinos.

Antes de que el general Peled abordara el tema, prevalecía la afirmación del 12 de junio de 1967 (inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días) por parte del Primer Ministro israelí, Levi Eshkol: “La existencia del Estado de Israel pendía de un hilo pero los deseos de los líderes árabes de eliminar a Israel fueron reducidos a nada.”

Tal dicho fue demolido el 11 de marzo de 1972, cuando el general en reserva Matityahu Peled, quien había sido Jefe del Comando Logístico en la guerra de 1967 y uno de los 12 miembros del Estado Mayor del Ejército, afirmó en Tel Aviv: "La tesis de que Israel estaba luchando por su propia supervivencia física no era sino una cortina de humo que se creó y se difundió después de la guerra”. Los israelíes, añadió, no estaban bajo amenaza de destrucción, “ni como individuos ni como nación”. Mientras los egipcios tenían 80,000 soldados en el Sinaí, Israel tenía “cientos de miles de hombres contrapuestos a ellos.”

El 24 de marzo de 1972 el general Peled escribió en el diario Maariv: "Desde 1949, nadie ha estado en posición de amenazar la existencia de Israel. A pesar de eso, seguimos alimentando un sentimiento de inferioridad como si fuéramos un pueblo débil e insignificante en lucha por preservar nuestra existencia frente a un exterminio en ciernes.” Varios militares de muy altos grados respaldaron su afirmación.

El general Peled esperó hasta entonces para decir la verdad porque se oponía a la anexión de territorios, botín de la guerra: "Al falsificar las causas de la guerra y confundir su verdadero motivo —añadió el general—, el gobierno israelí buscaba hacer aceptable para la gente el principio de anexión parcial o total.”

“Reconquistar las calles”, fue la consigna de ONGs, partidos políticos (Meretz y palomas del Laborista) y del Movimiento Kibutz en el mitin del 4 de agosto de 2001, en la plaza Rabin de Tel Aviv. Se reunieron, según la policía, 10 mil personas, y la nota distintiva fue el discurso de la maestra Nourit Peled, quien habló a nombre de los Padres en Duelo:

"Cuando venía aquí, pasé por la tumba de mi hija, para decirle que esta semana ella tenía dos nuevos hermanos, los dos hermanos Mona'em, de ocho y diez años, asesinados en Nablus por el que se llama a sí mismo “el ejército más moral del mundo”. Víctimas, como ella, del racismo y de la ocupación. Bajo tierra ocupada, con su destrucción y corrupción, nuestros hijos habitan en paz y amistad, sin nadie que pregunte en qué Dios creen o en lo que se encuentre escrito en sus tarjetas de identidad, si la ocupación les hubiera permitido llegar a los dieciséis años. Todas estas distinciones se han enterrado junto con sus pequeños huesos. Yo pertenezco a un club exclusivo, el club de los padres cuyos niños son ahora los hermanos de mi Smadar. La mayoría de ellos, son palestinos. Es una lástima que ninguno de ellos se encuentre en esta tribuna ahora, en esta reunión por la paz. Porque ellos son mis hermanos y hermanas, ellos que en este momento pasan hambre encerrados en los ghettos.

"Yo soy, como dije, miembro de un club exclusivo. Este club no incluye a miembros del ejército más moral del mundo, que sin un juicio ejecuta a sospechosos desarmados. No incluye a padres que llevan a sus niños a vivir a tierra robada, para ser asesinados o para crecer como ocupantes y asesinos. No incluye a generales que exigen “pruebas de locura” a un muchacho que no quiere matar a otros o que lo maten a él. Yo pertenezco a aquellos que piensan que la muerte de un niño, cualquier niño, es la muerte de todo un mundo. Por eso, mi club, extiende los brazos abiertos a todos los impugnadores de conciencia, y los mira como los más valerosos luchadores de este momento y lugar.”

Nota y traducción de Rubén Moheno




Israël : ma part de vérité - Livnat

par Limor Livnat

ministre israélienne de l'éducation nationale


Le Monde, 21 décembre 2001


Sous prétexte de "dire quelques vérités élémentaires" et sous couvert de leur respectabilité universitaire, Elias Sanbar et Pierre Vidal-Naquet se sont livré, dans les pages de ce prestigieux journal (Le Monde daté 16-17 décembre), à une attaque très politique du gouvernement dont j'ai l'honneur d'être membre. Voici, messieurs, quelques "vérités élémentaires" que vous avez oubliées.

La conquête de la terre d'Israël par les Hébreux, qui s'étendit sur deux siècles (entre 1200 et 1000 av. J.-C.), aboutit à l'établissement du Royaume d'Israël en 1005 av. J.-C. La destruction du Premier Temple par les Babyloniens en 586 av. J.-C. et celle du Second Temple par les Romains en l'an 70 de l'ère chrétienne ne mirent pas fin à la présence juive en terre d'Israël. En l'an 164, les juifs constituèrent une force armée pour lutter aux côtés des Perses et libérer Jérusalem du joug byzantin [sic. Il faut lire : 'romain'. L'empire byzantin n'existait pas encore, à cette époque. Remarque de Soeur M.-M. Kraentzel, secrétaire de CJE).

Ce n'est qu'après l'invasion arabe (636) que les juifs devinrent pour la première fois une minorité dans leur propre pays. Les Espagnols connurent un sort similaire en 711, et ce n'est qu'à l'issue de nombreux siècles de lutte que les deux peuples libérèrent leur pays : huit siècles dans le cas des Espagnols, douze dans le cas des juifs.

Au cours de ces douze siècles, la présence juive en terre d'Israël ne s'effaça jamais, et la reconquête du pays devint l'aspiration suprême du peuple dispersé. Le "retour à Sion" fut et continue d'être le refrain qui scande la prière tri-quotidienne, les fêtes et les mariages juifs.

Au Moyen Age, la présence juive commença à se renforcer sous l'égide des grandes figures du peuple juif. Au XVIIe siècle, la population juive se renforça à la suite de l'immigration provoquée par le faux messie Shabbtai Zvi, et, dès 1868, les juifs constituaient la majorité de la population de Jérusalem.

Ce n'est qu'avec l'affaiblissement, puis l'effondrement de l'Empire ottoman que la reconquête de la terre d'Israël devint possible. Les promesses non tenues des Lumières, dissoutes dans le nationalisme et l'antisémitisme européens, convainquirent de nombreux juifs de la nécessité du retour à Sion - une nécessité tragiquement confirmée par la Shoah.

L'immigration juive en terre d'Israël, qui s'intensifia dès 1881, contribua à un essor économique sans précédent. Cet essor attira une immigration arabe massive en provenance des autres provinces de l'Empire ottoman. La terre d'Israël (baptisée "Palestina" par l'Empire romain et rebaptisée "Palestine" par ses descendants anglo-saxons) était quasiment vide et désolée avant les grands mouvements migratoires de la fin du XIXe siècle, comme en témoignèrent tous les archéologues et écrivains qui la visitèrent à l'époque. Thomas Shaw, Constantin Volney, Alexander Keith, J.S. Buckingham, Alphonse de Lamartine, Mark Twain et Arthur Stanley s'accordent tous sur le fait que la "Palestine" était un désert parsemé de rares bourgades. La restauration de l'Etat d'Israël est l'expression du droit du peuple juif à disposer de lui-même. Pour les juifs, elle constitue l'aboutissement d'une lutte nationale. Nombre d'Occidentaux, en revanche, ignorent, ou nient cette continuité et transforment le retour en invasion, la libération en colonialisme. Ils suivent la ligne de pensée de Toynbee qui, ayant décrété que le peuple juif était un "fossile", voyait dans la renaissance d'Israël, une anomalie. L'incohérence de cette perception est pourtant évidente : si les juifs sont étrangers aussi bien dans leurs "pays d'accueil" que dans "la terre de leurs ancêtres", où sont-ils chez eux ? Et si leur mouvement de libération nationale est un colonialisme, où est leur métropole ? A Auschwitz ? Après tout, le peuple juif est le seul peuple du Moyen-Orient qui parle une langue et pratique une religion vieilles de plus de 3 000 ans.

Comme le stipule la Charte de l'OLP, les Arabes palestiniens font partie intégrante de la nation arabe, laquelle nation dispose de vingt-deux Etats. Avec la division de la Palestine mandataire en 1922, les Arabes palestiniens se virent octroyer un Etat sur 80 % du territoire qui fut promis aux juifs en 1920 par la Société des nations. Le roi Hussein le répéta plus d'une fois : "La Jordanie est la Palestine." Décimés par la Shoah, les juifs durent se résigner à une deuxième amputation de leur pays en 1947 : bien que le plan de partage de l'ONU ne leur attribuât que 10 % de la Palestine mandataire, ils acceptèrent le compromis onusien. Les Arabes le rejetèrent et firent tout pour détruire le minuscule Etat juif. Sûres de leur victoire, les armées arabes sommèrent leurs frères palestiniens de quitter leurs maisons en attendant le retour imminent.

Après la victoire d'Israël, l'Egypte s'empara de Gaza, et la Jordanie [s'empara] de la vallée occidentale du Jourdain (rebaptisée "Cisjordanie"). Cet état de fait dura jusqu'en 1967, mais pas un pays arabe ne parla de "territoires occupés" ou de reconnaissance d'Israël. C'est en 1964, trois ans avant la guerre de six jours, que Nasser créa l'OLP, non pas pour "libérer" la Cisjordanie (alors sous occupation jordanienne), mais pour raser l'Etat juif et le remplacer par une Palestine arabe sous égide égyptienne. La Syrie vit toujours dans l'OLP un cheval de Troie égyptien, et c'est Assad qui déclara à Arafat : "Il n'y a pas de peuple palestinien, et la Palestine fait partie de la Syrie." De fait, Arafat, né au Caire, est Egyptien.

La cause principale de la tragédie palestinienne fut le refus du monde arabo-musulman d'accepter que les juifs fussent souverains en dahr el-islam [territoire de l'Islam]. Israël ne pouvait négocier le statut final de la Judée-Samarie avec une organisation vouée à sa destruction. En 1974, l'OLP approuva le "plan par étapes" : accepter dans un premier temps l'établissement d'un deuxième Etat palestinien en Cisjordanie et à Gaza pour faciliter la destruction d'Israël. Comment pouvait-on demander à Israël de s'associer à la mise en œuvre de ce programme ?

En 1988, Arafat déclara dans les médias occidentaux qu'il reconnaissait Israël, mais il assura immédiatement aux médias arabes que cette "reconnaissance" n'était qu'une manœuvre tactique. En 1993, il signa les accords d'Oslo, puis expliqua, peu après, dans une mosquée de Johannesburg, que, pour lui, Oslo n'était que la répétition du pacte signé entre le prophète Mohammed et la tribu qurayshite en 629 : une trêve signée en position de faiblesse pour mieux vaincre l'ennemi, le temps venu. La politique d'Arafat (dont l'Autorité Palestinienne devint souveraine en 1995 sur la totalité de la population arabe de Judée-Samarie) confirma, dès le premier jour, ses véritables intentions : constitution d'une force armée, incitation à la haine antijuive et délégitimation d'Israël dans les médias et dans les écoles, coopération avec le Hamas et le Jihad islamique, et refus d'abroger la Charte de l'OLP (appelant à la destruction d'Israël). Le tout en violation grossière des accords d'Oslo.

Les accords d'Oslo ne comportaient aucune clause exigeant le "gel des implantations" et avaient explicitement repoussé ce sujet aux négociations sur le statut final. Par ailleurs, lesdites "implantations" n'occupent que 1,36 % du territoire de la Judée-Samarie. Et c'est précisément après qu'Ehoud Barak se fût engagé à les démanteler qu'Arafat déclara la guerre, déclenchée après que Barak eut accepté l'établissement d'un Etat palestinien sur 97 % de la Judée-Samarie et 100 % de la bande de Gaza.

En huit ans de règne, Arafat a "réussi" à établir une dictature corrompue, à faire diminuer le niveau de vie des Palestiniens et à attiser la haine entre Juifs et Arabes. Il est personnellement derrière le meurtre quasi quotidien de juifs et continue de tenir son double discours : celui de la paix - aux médias occidentaux, celui de la guerre - à son peuple.

Le gouvernement d'union nationale d'Ariel Sharon est soutenu par une écrasante majorité d'Israéliens, dont la volonté d'arriver à la paix a été bafouée par Arafat. Ce gouvernement ne fait qu'appliquer le droit à l'autodéfense en éliminant les bombes humaines avant qu'elles n'explosent dans nos autobus et nos rues piétonnes. Il est prêt à un compromis, mais pas au suicide démographique que veut lui imposer l'OLP. L'espoir ne reviendra que lorsque les Arabes palestiniens remplaceront le terroriste impénitent qui les mène à leur perte par des dirigeants plus raisonnables et moins lâches.


Limor Livnat est la ministre israélienne de l'éducation nationale.

jueves, 27 de agosto de 2009

Martes 1/9 19 hs. Sala Julio Bracho - Centro Cultural Universitario


Route 181 : fragments d'une journée entre Palestine et Israël (2004)

Como su título lo dice, este documental de Eyal Sivan y Michel Khleifi, cercano al road movie, registra el viaje conjunto de estos dos realizadores (uno palestino, el otro israeli), en el año 2002, por una ruta imaginaria que traza, en el mapa real, la Route 181, en alusión a la Resolución 181 con la que, el 29 de noviembre de 1947, las Naciones Unidas establecía la partición del territorio de Palestina en dos estados.
Este viaje en el espacio, hecho de azarosos encuentros entre los directores y gentes (tanto árabes, como judíos) que habitan a lo largo de esta línea imaginaria, se transforma en un viaje en el tiempo, que busca, o encuentra, la complejidad histórica, el detalle singular, los matices del conflicto que va surgiendo en el decir de cada uno de los entrevistados. A través de lo que nos cuenta cada uno se va componiendo “un relato coral” que desmonta la historia oficial, y deja brotar otros relatos, historias múltiples y plurales. De este modo el film documenta cómo la identidad sionista se asienta sobre una serie de denegaciones, de ocultamientos o de elisiones. Entre ellas: la denegación o el olvido deliberado de la existencia de una cultura y un pueblo palestino que vivía en la región; la negación de un tiempo en que los judíos y los árabes coexistieron, cohabitaron, pacíficamente; la ocultación de la identidad judeo-árabe, etcétera, etcétera.
La cuestión que atraviesa todo el film es la tesis “antiprogresista” que señala lo esencial de lo que está en juego: el punto de origen del conflicto radica justamente allí donde cierto progresismo ilustrado supone una solución. La decisión de “partir el territorio y no compartirlo” no hace más que ratificar el movimiento de colonización de Palestina por parte del sionismo. Como en el juicio del Rey Salomón, elegir la partición (del hijo) es elegir la muerte.
En este viaje, que ahora es el nuestro, renace la esperanza. Para decirlo en palabras de uno de los directores (Michel Khleifi), a medida que avanza el film, vemos que “el odio es una construcción. Entonces cuando una película muestra que este odio y esta ideología de exclusión, es una ideología construida, entonces podemos de-construirla.
Esa es la esperanza”.
Parafraseando a nuestro querido Marcos Límenes en el último encuentro: ¡Que viva el cine!

Ficha técnica:

Directores : Michel Khleifi, Eyal Sivan
Largometraje: Documental
Idioma de rodaje: hebreo y árabe
(Francia, Bélgica, Alemania, Gran Bretaña).
Estreno en Francia : 30 de junio de 2004
Duración : 4h 30mn

(Por motivos de espacio proyectamos una edición que dura aproximademante dos horas)

Caterpillar: las casas y los olivos

Gracias a Rubén por el envío

http://www.youtube.com/watch?v=EC6C-cAc240



Fue un Caterpillar el que mató a Rachel Corrie hace ya años cuando se interpuso para evitar la destrucción de una casa palestina. Y son los Caterpilar los que destruyen campos de olivos y residencias familiares ( obviamente con la excusa de ser refugio de terroristas)

Como diría Viktor Klemperer, la lengua se ensucia y las palabras dejan de decir lo que decían.

Caterpillar ha pasado a ser hoy, en los territorios ocupados por Israel, sinónimo de destrucción.

Rubén

martes, 25 de agosto de 2009

Comentario de Husni Abdel Wahed a la película Matzpen (martes 25 de agosto, 19 hrs. Sala Julio Bracho CCU)

Matzpen
Husni Abdel Wahed

Primero que nada, reciban un cordial saludo desde Palestina, junto con mis sinceras disculpas por ausentarme, debido a razones de fuerza mayor que me impiden compartir este importante espacio con ustedes.
También quisiera agradecer los esfuerzos de los organizadores de este evento, que cobra mayor importancia en estas circunstancias, donde escasean las posibilidades de llegar a un arreglo pacifico de este largo conflicto que ha causado tanta muerte, sufrimiento y dolor, así que iniciativas como esta, si bien es cierto no nos conducen a poner fin a la confrontación, sí nos hacen reflexionar y conocernos mejor lo cual debe incentivar a la sociedad civil y la opinión publica en todas partes para exigir el fin de a la ocupación israelí de los territorios árabes ocupados en 1967 y llegar a una paz justa y duradera.

Esta película y el equipo que ha realizado son sumamente valientes, honestos y creíbles. Pues desde las primeras imágenes, con la definición de lo que es Matzpen hasta el final mantiene una línea consecuente, sincera y cruda, no pretende quedar bien con una parte a costas de otra, no tiene que ser del gusto de todos, sin embargo tiene el valor de contar una historia diferente que contrapone a la historia oficial, que en palabras de uno de los personajes del film practica un adoctrinamiento y lavado de cerebros (se refiere a la historia oficial). Tampoco pretende convencer a nadie de que sus ideas hayan recibido la aprobación de grandes masas israelíes, al contrario, fue un reducido número de hombres leales a sus valores, convicciones y humanidad.
Otro aspecto importante, es que de una forma elegante y suave – a pesar de la cruda realidad, muestra los puntos de vista en la sociedad israelí que niegan la existencia del pueblo palestino y algunas menos duras, asimismo las diferentes etapas de este largo conflicto donde el denominador común y constante es la ocupación israelí, el desarraigo de los palestinos de sus hogares y la negación de sus derechos humanos básicos. Lo relevante es que los personajes no se conforman con el rol de narradores, sino tienen mucho que decir y desenmascaran al proyecto colonialista que representa el Estado de Israel, siendo consecuente consigo mismos y con sus ideales sin temor a la gran maquinaria propagandística que maneja el sionismo y sus aliados.
Un gran hito de este film es la claridad de la denuncia del chantaje que practica Israel contra cualquiera que se atreva a criticar sus políticas de ser antisemita, y esto nos recuerda que este es el elemento más usado y más temible de la propaganda sionista para reprimir las voces disidentes tanto en la sociedad israelí como en cualquier otra parte, me imagino que están al tanto de la polémica que ha generado la publicación de un artículo, la semana pasada, en un periódico sueco que denuncia la venta de órganos de palestinos asesinados a manos de soldados israelíes, el intelecto del Estado hebreo ha recorrido a este argumento nuevamente, sabiendo que es el más efectivo y temeroso.
Aunque de una forma indirecta, la película se refiere a los intentos israelíes de hacer desaparecer la identidad nacional del pueblo palestino y el redescubrimiento de esta identidad, como lo cuenta uno de los personajes palestinos, Dra. Ghada Karmy, quien por otro lado, al igual que los otros compatriotas suyos, destacan los lazos que los unen con los judíos de Matzpen, con quienes comparten muchos ideales y proyectos de futuro.
No sólo personas de ambos lados tienen coincidencias, sino también hay relaciones institucionales, como es el caso entre Matzpen y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina, que evolucionó a mediados de la década de los setentas para abarcar otras facciones palestinas y partidos políticos israelíes, sobre la base de buscar los puntos de encuentro y la búsqueda de una solución global y duradera al conflicto árabe israelí y que a la vez ayudaron a desdemonizar el enemigo (aunque en este caso el trato y relación son de amigos). Estos encuentros no se limitan a los ideales y aspectos políticos, sino tienen un tacto humano muy valioso.
El proyecto desarrollado por Haim Hanegbi sobre las casas y sus antiguos moradores levanta una peculiar sensibilidad, especialmente entre los palestinos, pues la mayoría de los refugiados, aún guardan las llaves de sus hogares despojados y mantienen la esperanza de que algún día puedan volver a recuperarlos, en todo caso aunque no vuelvan, es importante reconocer su derecho como dice la Dra. Ghada Karmy y como concluye el mismo Hanegbi, quien afirma que si los judíos pueden volver después de 2000 años, por qué los palestinos tienen que renunciar a este derecho después de 50 años.
A pesar de que Matzpen ya no tiene la misma forma de antes, podemos afirmar que sus ideales aún permanecen y sus antiguos integrantes, en su mayoría, siguen siendo leales a sus convicciones.
Se afirma en el film que los militantes de Matzpen ¨fueron activos en los márgenes de la política israelí¨, no obstante, fue un fenómeno extremadamente valioso, porque fueron entre los primeros que rompieron el silencio y tuvieron el coraje de alzar sus voces contra la corriente, siendo judíos permitía que otros siguieran su ejemplo sin temor a ser tildados de antisemitas.
La experiencia de otros pueblos nos enseña que en los procesos de liberación nacional, es determinante el rol que desempeñan los sectores que se oponen a la ocupación para poner fin a la misma. El caso de Palestina y la ocupación israelí no es la excepción, pero lamentablemente observamos un retroceso de las fuerzas progresistas a favor del avance abrumador de la derecha y del ultra nacionalismo en Israel, que no sólo oprime al pueblo palestino y sus aspiraciones nacionalistas, sino también no tolera a sus propios ciudadanos que puedan discrepar con sus políticas, al punto de asesinar a su propio premier Itzhak Rabin, halcón sionista comprobado, por haber firmado los Acuerdos de Oslo.
Ehud Barak, ministro de defensa y otros dirigentes de Israel afirman diariamente que su ejército es el que más moral y que más valores tiene en todo el mundo, pienso que las denuncias y muchas imágenes difundidas demuestran lo contrario.
Daniel Cohen-Bendit afirma en este film que escribió en el año 75 ò 76 que Matzpen es el honor de Israel, personalmente estoy de acuerdo. No obstante, siempre fueron sectores minoritarios que abrazan ideas similares.
Ojalá Israel tenga más honor.
También quisiera destacar lo que dice Haim Hanegbi al final de esta película, que si hubiera algo por el cual se sentiría orgulloso es que se haya opuesto firmemente a la ocupación israelí en 1967 y en otra parte donde dice que ha mantenido su humanidad y que vivió sin vergüenza.
Como palestino que ha sufrido en carne propia este conflicto, sus amarguras y consecuencias, envío un cordial saludo y un sincero reconocimiento a Matzpen y a todos los israelíes que no han perdido su humanidad y que nos hacen creer aún en esta humanidad.
Vaya mi reconocimiento a mis entrañables amigos y compañeros que formaron parte de Matzpen, Eduardo Mosches, Peter Gellert y Pedro Lieger entre otros.

lunes, 24 de agosto de 2009

Lev Grinberg "Sin palabra: En busca de un lenguaje para resistir 'la Cosa Sin Nombre' israelí"

Gracias a Federico Donner por el envío de la traducción al español.

Aquí subo la traducción que saldrá publicada en el próximo número (23) de la revista Nombres del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Sin palabra: En busca de un lenguaje para resistir “la Cosa Sin Nombre” israelí[1].

Por Lev Luis GrinbergDepartamento de Sociología y Antropología, Universidad Ben Gurion del Neguev.
Traducción de Federico Donner
Abstract: Este escrito cuestiona las palabras utilizadas para criticar la represión israelí sobre los palestinos por su ineficacia en la lucha política y por ser críticamente insuficientes. Se argumenta que no hay siquiera una palabra disponible que comprenda el fenómeno de constante desposesión, represión violenta y de atribución de culpas a la resistencia palestina en tanto terrorismo. Los expertos no son capaces de sugerir un concepto comprehensivo que pueda de una vez describir, analizar y criticar el fenómeno, y se sirven de términos existentes pero inapropiados –como ocupación, apartheid, colonialismo y sionismo- o inventan nuevos vocablos como etnocracia, politicidio, Bantustán, espaciocidio, sociocidio, o genocidio simbólico. Todos estos conceptos son discutidos aquí; se argumenta que son parcialmente correctos, pero no totalmente adecuados. El presente paper apunta a revelar la existencia de un sofisticado régimen capaz de cooptar cada palabra crítica y de presentar siempre a Israel como un régimen democrático e ilustrado, una víctima de la violencia palestina. Se denuncia que la incapacidad de crear un lenguaje crítico es uno de los obstáculos para desarrollar una resistencia eficaz contra el régimen.
Palabras clave: Sionismo. Ocupación israelí. Resistencia palestina. Conflicto israelí–palestino.

En agosto de 1967, dos meses después de que Israel expandiera sus fronteras durante la guerra árabe–israelí, los líderes del entonces gobernante Partido Laborista mantuvieron una interesante discusión acerca del futuro control sobre los territorios recientemente conquistados, a los que se referían como “los territorios administrados”. El Primer Ministro Levi Eshkol le dijo a la Ministra de Relaciones Exteriores Golda Meir que él entendía que “ella estaba complacida con la dote pero no con la novia”. La novia indeseada era el componente humano de la reciente conquista: los palestinos. “Por cierto éste es el caso” respondió Meir, “¿pero has visto alguna vez que alguien reciba la dote sin la novia?... Sin embargo, es lo que todos nosotros queremos. No me gustaría otra cosa que recibir la dote y que alguien más reciba a la novia…Pero las dos cosas van de la mano” (Beilin 1985, 46).Así es como Israel lidia con los palestinos; intenta separar a la novia de su dote, forzar una relación sobre la novia, y apropiarse ilegalmente de su dote fuera del matrimonio. La ilegalidad de las acciones de Israel está estructurada en la relación del estado con los palestinos. No ha habido boda alguna, y no hay planes de casamiento. Esta es la cosa sin nombre: el proceso continuo de robar la dote por fuera del matrimonio y de esconder la acción ilegal al presentarla como provisional. Durante este proceso, la novia es despojada de su dote, sus movimientos son restringidos, es encarcelada para impedir que interfiera, y su resistencia contra las acciones de su marido abusador es retratada públicamente como agresión[2]. ¿Cómo podemos llamar a este proceso? Frente a la ausencia de una terminología más adecuada, voy a referirme a ello como a la Cosa Sin Nombre. El hecho de que no contemos con palabras para definir la relación entre Israel y Palestina es el principal problema político que enfrentan los opositores a la opresión de Israel sobre los palestinos. La ausencia de palabras indica que no existe ni un consenso respecto al significado del proceso ni tampoco sobre la lucha contra ese proceso. ¿Cómo es posible oponerse a algo que ni siquiera tiene un nombre? ¿Cómo es posible comprenderlo y modificarlo?
El lenguaje crítico necesita ser capaz de designar significados, determinar responsabilidades y rectificar las injusticias. Sin embargo, cada palabra subversiva que expone y condena la intención y el significado de las acciones de Israel en el contexto palestino es esterilizada, arrancada de su contexto político y despojada de su verdadero significado en el momento en que emerge. Las palabras que utilizamos encubren el proceso en curso del robo de la dote, el silenciamiento y la humillación de la novia, y la destrucción de su futuro. El deseo de la novia de quedarse con su propiedad no se considera como algo dado, y sus protestas son descriptas como agresivas e injustas. No poseemos palabras para describir este proceso complejo, inconciente y sofisticado. Todas nuestras palabras se vuelven cómplices del encubrimiento y esto, a su vez, nos hace cómplices del encubrimiento. La Cosa Sin Nombre co-opta a la oposición israelí. Cada acto de resistencia política se convierte en una expresión de la “ilustrada democracia israelí”, y estos mismos esfuerzos de resistencia son los que finalmente ayudan a legitimar a la Cosa Sin Nombre.No poseemos palabras para criticar este proceso de humillación y robo, en el cual Israel se presenta a sí mismo como la víctima y a la novia como el agresor violento, incivilizado e irracional. Israel se describe a sí mismo como una democracia ilustrada –“la única democracia en el Medio Oriente”– y considera que “ellos” poseen un régimen tiránico, corrupto y violento que apunta a dañar a los judíos y a arrojarlos al mar sin ninguna razón. Según esta dicotomía geográfica, “aquí” está la democracia y “allí” la ley militar. Sin embargo, en la realidad, la línea imaginaria entre ambos es cruzada una y otra vez[3]. A ambos lados de la frontera, los judíos detentan privilegios y a los palestinos se les niega la igualdad de derechos. El estado, no obstante, distingue entre el status de los ciudadanos palestinos de Israel y el de los palestinos de la Ribera Occidental, el de los de la Franja de Gaza (desde 2005), y el de aquellos que viven como refugiados en áreas fuera del control israelí (desde 1948). Estas divisiones y clasificaciones le permiten a Israel desmembrar al pueblo palestino y presentarse a sí mismo como carente de un interlocutor para entablar un diálogo que tenga por objeto contener la violencia y negociar una solución política. Los judíos del lado “democrático” de la frontera se benefician con la desposesión de los palestinos y son convocados por la misma democracia para servir en las fuerzas armadas fuera de las fronteras israelíes con el objeto de “defender” la ocupación. La ilusión de la frontera mantiene la ilusión de Israel en tanto estado democrático. Esta es, sin embargo, una “democracia imaginaria[4]”. Después de todo, si no fuera por la frontera, nadie jamás habría soñado en reivindicar que el régimen que gobierna el área bajo control israelí es democrático.“Desconexión” de la Gaza “Ocupada”La Cosa Sin Nombre no es exactamente “apartheid”, pero tampoco es “ocupación”. Estos dos términos son ampliamente empleados en los esfuerzos por condenar al control israelí y a la discriminación racial, pero ninguno de ellos comprende satisfactoriamente, describe o analiza el fenómeno en toda su extensión. Por esta razón, los términos fracasan a la hora de trazar un sendero para luchar contra ella. No es un apartheid, en el cual un grupo particular es marcado, separado y despojado de sus derechos colectivos. En estos casos, el objetivo político de la resistencia es claro y consensuado: un hombre–un voto, más precisamente, el desmantelamiento del régimen racista y la consecución de la igualdad de derechos y de la democracia. Pero la Cosa Sin Nombre distingue entre diferentes grupos de palestinos, algunos de los cuales se encuentran en condiciones más favorables que el apartheid. Estos son los palestinos ciudadanos de Israel, cuyos limitados derechos civiles y políticos les permiten avanzar hacia demandas democráticas por una completa igualdad. Cada uno de los otros grupos palestinos tiene diferentes demandas provenientes de sus distintas condiciones: aquellos que viven fuera de las fronteras del control israelí reclaman el derecho al retorno; aquellos que viven bajo un régimen militar reclaman independencia para conformar un estado; y aquellos prisioneros dentro de la Franja de Gaza demandan control sobre sus fronteras. Esta división y desmembramiento del pueblo palestino en subgrupos le impide llevar a cabo una lucha nacional unificada por la independencia. También priva a los ciudadanos judíos de Israel de apoyar su lucha, tal como hicieron muchos ciudadanos blancos de Sudáfrica.
La Cosa Sin Nombre no es exactamente una ocupación, de acuerdo con el significado admisible del término. Un Régimen de Ocupación es el resultado de una guerra y, según la legislación internacional, se define como temporal. Si estuviera claro que éste es un caso de ocupación beligerante, la comunidad internacional estaría obligada a llevar a los líderes del gobierno israelí a juicio, ya que la mayoría de sus acciones están prohibidas por la legislación internacional. Esto es cierto respecto al establecimiento de los asentamientos; el castigo colectivo; las demoliciones de casas; las restricciones para el desplazamiento; la construcción del muro de separación; y el asesinato de civiles y líderes políticos[5]. Si tanto la opinión pública internacional como la israelí vieran al control israelí sobre “los territorios” como una ocupación, entonces los actos de los palestinos precisarían ser considerados legítimos, y no actos de “terrorismo”. La Cosa Sin Nombre, que no es ni apartheid ni ocupación, paraliza y frustra todas las estrategias de resistencia –estrategias israelíes, estrategias palestinas, y la mayoría de las estrategias binacionales conjuntas[6]. La ausencia de una estrategia política de resistencia se ve reflejada en nuestra incapacidad de Nombrar la Cosa que es resistida. Lo opuesto también es cierto: la ausencia de un nombre hace más difícil el desarrollo de una estrategia política de resistencia. Desde 1967, la Cosa Sin Nombre se refiere a sí misma como un “Estado Judío y Democrático”[7]. Dentro del marco de este estado, la novia no sólo es indeseada, sino también peligrosa: después de todo, ella está ahora embarazada y presenta una “amenaza demográfica”. Es sorprendente, sin embargo, que aquellos judíos israelíes que se consideran a sí mismos como parte del “campo de la paz” hablen del mismo modo, en términos de amenaza demográfica, adoptando así el lenguaje de Levy Eshkol y Golda Meir respecto a la novia indeseada. Mientras este sea el lenguaje que empleen los partidarios israelíes del proceso de paz, no habrá ninguna chance de forjar una asociación política entre los judíos y los palestinos en la lucha por relaciones justas y equitativas, sea bajo la forma de un divorcio justo (la “solución de dos estados”) o de un matrimonio legal (la “solución de un estado”).
No hay palabras adecuadas. Esto es porque ellas siempre están desconectadas de su contexto político e histórico y sirven para ocultar la opresión de la novia y el robo de su dote. Consideremos, por ejemplo, el término “estado palestino”. En el momento en que el Primer Ministro Ariel Sharon aceptó la Hoja de Ruta y anunció su apoyo al establecimiento de un estado palestino, quedó claro que este estado se había convertido también en un medio para seguir camuflando el continuo robo de la dote. El significado político de la estatalidad es la soberanía sobre el territorio y un ejército capaz de defenderlo (Tilly 1992; Weber 1964). Nadie, sin embargo, le está ofreciendo a los palestinos un estado de acuerdo a esta definición del término.
Las palabras tienen poder. Movilizan gente y crean realidad, emociones e identificaciones. No obstante, cuando ellas son castradas y sacadas fuera de contexto, debilitan, crean ilusiones y des-politizan. Consideremos por ejemplo, el poder de la palabra “desconexión”, la cual fue utilizada por las autoridades israelíes para referirse a la retirada de Israel de la Franja de Gaza. “Silencio–estamos desconectando”, dijeron en el 2005. No podemos hablar de nada –ni de cuestiones políticas, especialmente de la desconexión en sí, ni de su naturaleza unilateral, o del desastre que probablemente ocurra si no se lleva a cabo dentro del marco de un acuerdo con el régimen del otro lado de la frontera[8]. Cuando Ariel Sharon comenzó a hablar en la lengua de aquellos que se conocen como “los oponentes de la ocupación”, los cooptó, haciéndolos parte del campo pro–desconexión, y él se transformó así en “un hombre del campo de la paz”. Sharon comenzó a utilizar muchas “palabras de paz” y sus sucesores Olmert y Livni lo siguieron en esa misma tradición: “estado palestino”, “retirada”, “evacuación de los asentamientos”, “asentamientos ilegales” y “paz”. Sharon anunció que “la ocupación es mala para Israel” y sus palabras fueron automáticamente adoptadas como evidencia de que el campo de la paz estaba en lo cierto, sin examinar el significado de la palabra “ocupación”. Luego quedó claro que su objetivo era controlarlos desde fuera, creando guetos gigantes y monitoreando de cerca todas las entradas y salidas. Y el “campo de la paz”, que apoyaba la desconexión, apoyó más tarde el bombardeo de Gaza y el asesinato de ciudadanos palestinos. El plan de desconexión atrapó a partidarios de la paz y a oponentes de la ocupación en la pegajosa telaraña de la des-contextualización de la palabra y de la constante des-politización y encubrimiento de los actos de robo y humillación de Israel. El entusiasmo producido por las declaraciones de Sharon y por el plan de desconexión ilustró las dificultades estructurales implicadas en la resistencia a este régimen evasivo, en tanto no tenga nombre –es decir, mientras seamos incapaces de definir apropiadamente al régimen dominante y al enemigo político. Sin un nombre, no podemos definir quiénes somos “nosotros” ni quiénes son “ellos”. Resulta imposible movilizar participantes para una lucha o deslegitimar con éxito algo que ni siquiera podemos llamar por su nombre.Este régimen deja a los palestinos sin estrategias de resistencia efectivas y legítimas. Su uso de la violencia es considerado como evidencia de que quieren asesinarnos. Ese uso es nombrado como “terrorismo”, y la guerra contra él resulta así retratada como legítima. Cuando ellos intentan trabajar diplomáticamente y evitar la violencia, el robo continúa ininterrumpidamente y las negociaciones devienen en un “proceso” sin fin. Esto es lo que sucedió en los siete años de la “paz imaginaria” (1993-2000) durante los cuales el gobierno israelí duplicó la población de colonos en los territorios, construyó “carreteras de circunvalación[9]” para asegurar el movimiento de los colonos y fragmentó a la población palestina de la Ribera Occidental en cientos de asentamientos aislados[10]. La frontera imaginaria también frustra todas las estrategias palestinas: cuando ellos operan violentamente dentro de la línea verde, esto prueba que quieren “arrojarnos al mar” y que “no tenemos a nadie con quien hablar”. El asesinato de colonos dentro de los territorios ocupados, sin embargo, no perturba demasiado a la mayoría de los israelíes que viven dentro de las fronteras soberanas de Israel. Esto es porque se considera que tales actos suceden “allí” y dañan a “ellos” –“los colonos”– que son vistos como aquellos que tientan al destino y que corren un riesgo sólo por vivir “allí”. En otras palabras, porque los israelíes imaginan al estado de Israel como democrático y soberano dentro de sus fronteras previas a 1967, los ataques dentro de estas fronteras son vistos como agresión palestina que requiere una respuesta. Parte del problema estriba en la ilusión de que en realidad existe una frontera, y que los judíos israelíes que viven dentro de las fronteras soberanas de Israel de algún modo no forman parte del crimen cometido “allí”, en “los territorios”.Imaginario Académico e Irrelevancia PolíticaEn un esfuerzo por librarnos del abrazo de oso del régimen que nos transforma en complices de su crimen, muchos académicos han sugerido nuevas palabras y conceptos. Dos ejemplos destacados son el término “Etnocracia” de Yiftachel (2006) y el término “politicidio” de Kimmerling (2003). Ophir (2004) y Azoulay (2004) se han referido a “el Campo” como a una máquina para “purificación postergada”. Además, Hanafi (2009) habla de “espacio-cidio[11]”. Salah Abdel-Jawad utiliza el término “socio-cidio” (Abdel-Jawad, paper inédito, “Sociocide: A New Concept to Explain the Zionist and Israeli Policy toward the Palestinian People”), y Ghanim (2008) ha sugerido el término thánato-política. Shenhav (2007) ha cuestionado totalmente la existencia de la línea verde, arguyendo que “la ocupación no se detiene en los puestos de control carretero[12]”. Raz-Karkotzkin (2007) ha propuesto una perspectiva “bi-nacional”, aunque reconoce que esto no refiere a un programa político sino a una conciencia alternativa. Los periodistas también se han sumado al esfuerzo de “nombrar”: Eldar (2003), por ejemplo, ha acuñado el término “Bantustina” para destacar el establecimiento de Bantustanes en Palestina. Finalmente, mi propio trabajo académico me ha llevado a proponer términos tales como “democracia imaginaria”, “paz imaginaria” y “democracia de ocupación"[13].
Todos estos esfuerzos han sido influidos por las teorías post-modernas y post-coloniales que han florecido en Israel desde los años noventa. Sin embargo, a pesar de que estas teorías se enfocan fundamentalmente en la crítica de palabras, lenguaje y discurso, ellas también fracasaron en la tarea de liberarnos de nuestra crisis de palabras. Somos nosotros quienes en realidad estamos llevando a cabo un proceso de “desconexión”, porque nos estamos encerrando en la torre de marfil de las palabras complejas, dentro de una comunidad de académicos pequeña, íntima y condescendiente. Todos los intentos de desarrollar un vocabulario que sea capaz de analizar y condenar simultáneamente comienzan y terminan como proyectos académicos de individuos que publican artículos para su propia promoción profesional. Estos conceptos no penetran el discurso público, sino más bien permanecen desconectados, atrapados dentro de la comunidad académica.
Nuestros intentos de crear un vocabulario provienen de la crisis de palabras que enfrenta la oposición a la ocupación. He aquí un ejemplo: acabo de usar la palabra “ocupación” y al hacer eso recreé la ilusión de una frontera. Me he apartado a mí mismo de “allí” e involuntariamente me transformé en un cómplice con en el engaño del “plan de desconexión” y de la Cosa Sin Nombre. Todas las palabras que nosotros proponemos son castradas y silenciadas y fracasan al intentar emerger como parte de un lenguaje común con significado colectivo, público y político. Términos tales como “colonialismo”, “colonización” y “sionismo” son también incapaces de explicar, describir, o desafiar la compleja realidad de la situación.
Este no es exactamente un caso de colonialismo, porque no hay un proyecto civilizatorio. Israel no pretende “modernizar” a los palestinos y no los está convirtiendo ni los está transformando en buenos ciudadanos. En contraste con los regímenes coloniales que intentan sacar provecho de su control sobre regiones distantes, Israel no invierte “allí” en rutas o infraestructura para la “población local” ni establece “allí” empresas que complementen la economía israelí. En realidad, sucede todo lo contrario. Israel destruye infraestructura, edificios y fábricas. Sin embargo, la primera y principal diferencia entre la Cosa Sin Nombre y el colonialismo radica en el hecho de que Israel no se encuentra separado de los “territorios” ni por el mar ni por fronteras. Más aún, no existen aparatos estatales separados que oficien como un dispositivo de control colonial. Por ende, no hay nada que facilite una lucha anti-colonial dirigida a la expulsión de los gobernantes extranjeros, a la descolonización y a la creación de una situación post-colonial.Tampoco es un caso de “colonización”, en la medida en que no hay un completo desplazamiento de la población palestina como en Australia; no hay asesinato en masa, como fue el caso de Estados Unidos; ni tampoco existe una incorporación de la población local a través de la subordinación a los aparatos estatales creados por los colonos, como en el norte y el sur de África y en América del Sur y en América Central. Si las cosas hubieran tomado ese curso, habría sido posible luchar por la democracia y por la igualdad de derechos con los colonos europeos, como en Sudáfrica, o por la independencia y la expulsión de los colonos, como en Argelia. El emborronamiento de la frontera y la división de los palestinos en subgrupos son las características salientes de la Cosa Sin Nombre que impide la lucha por la liberación, por lo que resulta que no hay sólo un régimen al cual oponerse[14].Tampoco es un caso de sionismo. El uso del término “sionista” es un claro reflejo de la crisis de palabras que enfrentamos. El concepto sionismo ha devenido en un fetiche, una especie de clave de acceso proferida por muchos con el objeto de expresar el deseo de hacernos zafar de nuestra co-optación a manos de las palabras y de la Cosa Sin Nombre. El uso crítico de la palabra sionismo expresa un deseo legítimo de no pertenecer a la colectividad ladrona que está abusando de la novia. Sin embargo, la palabra sionismo tampoco describe eficazmente la situación. Además, a los ojos de la mayoría de la población israelí que se considera como sionista y que entiende al sionismo como patriotismo y a la negación del sionismo como la negación de la existencia del estado y de su derecho a la existencia colectiva, el término “sionismo” no expresa suficientemente una condena efectiva. Siempre que carecemos de un término, podemos utilizar la palabra sionismo y eso nos da la sensación que hemos dicho algo con sentido. En realidad, sin embargo, no hemos dicho nada. A fin de cuentas, el deseo de los colonos judíos de establecer una comunidad nacional en Eretz Israel (Palestina) no debió haber llevado teleológicamente hacia la forma monstruosa que detenta actualmente, la Cosa Sin Nombre. Los primeros líderes sionistas nunca habían soñado que su empresa pudiera llevar a cuatro décadas de gobierno militar, al asesinato de líderes políticos desde el aire y al bombardeo de la población civil sobre la base de la “defensa propia”. La Cosa Sin Nombre es un fenómeno histórico concreto, el resultado de una secuencia peculiar de eventos incomparables que nos ha traído hasta el presente. Por lo tanto, cuando llamamos a la Cosa Sin Nombre con el Nombre “sionismo”, otra vez la sacamos de su contexto histórico y político, la des-politizamos y la desconectamos del discurso público. El uso de la palabra sionismo es, por lo tanto, un intento más de escapar a la crisis de palabras. “La Izquierda” y la “Paz”Hubo un tiempo en que esta Cosa tuvo un nombre. Se llamaba “movimiento de colonización de trabajadores” (MCT, en hebreo tnuat ha-hityashvut ha-`ovedet) –una extraña mezcla de colonización y de construcción de un estado nacional llevada adelante en nombre del socialismo. Hasta 1948, el MCT fue la fuerza dominante en el movimiento sionista. Como tal, él le dio forma a la estrategia de colonozación segregadora, a través de la cual los colonos judíos aspiraban a controlar “el máximo territorio posible con el mínimo número de árabes[15]”. Fue la colonización de trabajadores la que intentó despojar a la novia de su dote incluso antes de 1948, y fue también la que le robó a la novia la dote que quedó luego de la Nakba. Los industriales, los dueños de plantaciones de cítricos y los burgueses urbanos no aspiraban a lograr una separación total entre judíos y árabes, porque procuraban mano de obra barata (Shapira 1977). Lo mismo era cierto respecto al movimiento nacionalista Revisionista, no por este motivo, sino porque ellos pretendían gobernar sobre ambas orillas del río Jordán (incluyendo la Jordania actual) y para este fin deseaban concederle a la novia los derechos mínimos de la “autonomía cultural[16]”. Existían también los partidarios del “sionismo espiritual” –como Ehad Ha’am, Martin Buber y Yehuda Leib Magnes– quienes creían que no era el estado en sí lo que resultaba importante, sino la comunidad cultural que éste albergaba (Heller 2003). Todos estos grupos se oponían a la metáfora de Eshkol y Golda, que guiaba la estrategia del movimiento de asentamiento obrero basada en el deseo de que “otro” tomara a la novia y que “nosotros” retengamos la dote.Después de 1967, Moshe Dayan sugirió resolver el dilema de Eshkol y Golda por medio de una “división funcional” de la Ribera Occidental: el ejército israelí controlaría el área, mientras que la monarquía jordana controlaría al pueblo (sólo a los palestinos, por supuesto; el ejército israelí “defendería” a los colonos israelíes). Históricamente, el periodo que siguió a 1967 atestiguó la emergencia de una compleja situación que separó al movimiento laborista y a sus partidarios, los europeos de clase media dentro de “las fronteras soberanas de Israel”, de los colonos nacionalistas-religiosos ubicados en los territorios, quienes se comprometieron a continuar la estrategia de colonización del MCT. De esta manera, el MCT sufrió una metamorfosis: sus herederos biológicos pasaron a ser denominados como “la izquierda”, mientras que aquellos que continuaban sus prácticas colonizadoras pasaron a ser conocidos como “la derecha”. Esta confusión conceptual ha resultado en una des-politización y les ha facilitado a aquellos ahora conocidos como “la izquierda” que se libren de la responsabilidad sobre lo que los colonos de “la derecha” le están haciendo a los palestinos “allí”, cruzando la frontera del “estado” “democrático”. Por lo tanto, “nosotros” no somos los “colonos ocupantes” –“ellos” lo son[17]. Luego de que el Likud llegó al poder en 1977, otra palabra fue transformada dramáticamente: “paz”. Menachem Beguin firmó un tratado de paz con el presidente egipcio Anwar Sadat. Además del acuerdo respecto a la devolución de la península del Sinaí a cambio de paz, los dos países también se pusieron de acuerdo sobre el proceso que teóricamente iba a conducir hacia la paz con los palestinos. Según este acuerdo, se establecería la “autonomía palestina” en los “territorios” que serían administrados por un consejo electo. El consejo negociaría con el gobierno israelí un convenio sobre el status permanente que sería alcanzado en el plazo de cinco años. Desde el acuerdo de paz con Egipto, el término “proceso de paz” ha sido utilizado para referirse al permanente control militar sobre los palestinos, al robo de sus tierras y a la deslegitimación de su resistencia.La asociación habitual entre las palabras “izquierda” y “paz” es falsa y engañosa. En el contexto israelí, la “izquierda” no es un concepto político sino una representación cultural de la comunidad Sabra, a saber, descendientes de los immigrantes europeos que nacieron en el pais.[18] La “paz imaginaria” del “gobierno de izquierda” (1992-1996) resultó de hecho en la duplicación de la construcción de colonias, la construcción de “asentamientos ilegales” y la escisión de la tierra a través de las carreteras de circunvalación, controles carreteros y el muro de separación. La paz imaginaria es lo que llevó a la “izquierda” al reclamo de la construcción del “muro de separación” y a la “desconexión” unilateral de Gaza. Al mismo tiempo, la izquierda ignoró por completo a la ruta del muro y al destino de los palestinos en la Franja de Gaza y en la Ribera Occidental, es decir a los guetos establecidos más allá de los cercos.Genocidio SimbólicoNuestra crisis de palabras se volvió crítica en el contexto de la represión de la Segunda Intifada y de la casi completa ausencia de crítica y protesta de parte de la “izquierda” israelí. La ausencia de un amplio movimiento político, opositor al uso desproporcionado de la violencia a manos de Israel y la ausencia de una meta común entre los opositores a la represión, nos ha sacado de la esfera pública y nos ha impedido hablar en público. Nuestra escasez de palabras nos silenció y paralizó. El silenciamiento impide no sólo nuestra existencia en la esfera pública sino también la existencia de una comunidad política que se oponga a las políticas israelíes. Ya sea en tanto individuos o como grupos de activistas, tenemos palabras para comunicarnos internamente, pero no existimos como un movimiento con una voz crítica propia. Nosotros no existimos como una entidad política que desafía al status quo y que propone una forma alternativa de pensamiento.
Luego de la ocupación por parte de Israel de las ciudades de la Ribera Occidental y del asesinato de cientos de palestinos en abril de 2002, un grupo de activistas, intelectuales y artistas se reunieron en un teatro de Tel Aviv para protestar contra los horrorosos actos israelíes. No obstante, a pesar de que se profirieron muchos discursos, el participante más impresionante fue el actor y director Muhammad Bakri. Bakri se paró sobre el escenario en silencio durante cinco minutos, como si tratara de decir algo pero en realidad sin decir nada, hasta que finalmente pronunció las siguientes palabras en hebreo: “Bendito seas Señor, que no me hiciste judío[19]”. En efecto, en nombre de la protección de los judíos, el gobierno israelí lleva a cabo actos atroces que no tienen absolutamente nada que ver con el judaísmo. ¿Cómo se llama eso? ¿Cómo podemos explicarlo y entenderlo? ¿Cómo podemos condenarlo? La crisis de palabras de los judíos es clara. Bakri también carece de palabras, pero al menos él pudo despojarse de la responsabilidad de las acciones de su país –Israel– contra su pueblo, los palestinos. Durante un período de tres años publiqué artículos en el extranjero criticando y condenando la represión israelí, pero ellos fueron ignorados en Israel[20]. Esto fue así hasta la publicación de un artículo en Bélgica condenando a Israel por el asesinato de Sheikh Yassin. Mi artículo hizo estallar una respuesta particularmente furiosa debido a su introducción de un par de palabras que no podían ser co-optadas –“genocidio simbólico” (Grinberg 2004). Las respuestas agresivas que recibí me suministraron de primera mano el gusto de la violencia paralizante y acalladora[21]. Mis atacantes tergiversaron mis palabras, mientras que mis defensores argumentaron que yo tuve el derecho de expresarme. Al mismo tiempo, aquellos cercanos a mí declararon que estaban de acuerdo con mis posiciones políticas. Sin embargo, el resultado de la respuesta acalladora a mi artículo fue que nadie le prestó ninguna atención a su contenido. ¿Por qué mis palabras causaron semejante tormenta? ¿Por qué tuve que ser silenciado? Me parece que mucha gente se indignó por mi exposición del vínculo entre la humillación y la desposesión de los palestinos, y la habilidad de cometer asesinato como si fuera un acto de legítima autodefensa en el cual Israel era la víctima. Los actos de robo y humillación de Israel dañan al colectivo palestino, su sentido del orgullo y su sentimiento nacional. También encienden los reclamos de restauración de los derechos de la novia encarcelada. La victimización de Israel y la proyección de su propia imagen como la de un país que actúa en defensa propia tiene sus raíces en un momento y en un lugar diferentes: la Europa de los años cuarenta. De este modo, se amputa a la opresión de su contexto político inmediato.
Desde octubre de 2000, el genocidio simbólico se ha vuelto la característica más prominente de la Cosa Sin Nombre. Desde mi punto de vista, el término genocidio simbólico alude a todos los tipos de ataques contra los objetos que simbolizan a un pueblo y que le proporcionan un significado y una esperanza para el futuro: elementos tales como la tierra, la comunidad, los niños, la juventud, manifestaciones, la protesta, los activistas y los líderes. Es un intento de privar a la novia de toda esperanza de casarse honrosamente y de forjar una relación basada en la igualdad, o bien de obtener un divorcio justo y de recuperar su dote. Una esperanza tal fue creada por los acuerdos de Oslo, los cuales por primera vez nos permitieron imaginar de manera realista un estado palestino dentro de las fronteras de 1967. Sin embargo, la réplica de Binyamin Netanyahu a esta esperanza fue bajar las expectativas palestinas. El genocidio simbólico alude al esfuerzo en marcha desde octubre de 2000 para crear desesperación en el pueblo palestino y para convencerlos de que jamás podrán librarse del control de su marido indeseado e ilegal, que los golpea y les roba su propiedad. Moshe Yaalon fue el Jefe del Estado Mayor de Israel entre 2002 y 2005, durante la represión de la Segunda Intifada, y en calidad de tal encabezó el mecanismo generador del vocabulario lavado empleado por el régimen israelí. Según él, el objetivo de la represión fue “quemar la conciencia palestina[22]”. Yo llamo a este intento de “quemar la conciencia palestina” un genocidio simbólico. Luego de que Israel fracasó en “quemar la conciencia palestina” y sacó a sus fuerzas y colonos de Gaza en 2005, intentó “quemar la conciencia de Hezbollah” en el verano de 2006, y luego del fracaso en el Líbano, intentó “quemar la conciencia del Hamas” en Gaza, a lo cual me refiero como el “Enero Negro” de 2009[23]. Las palabras “genocidio simbólico” provocaron respuestas tan extremas porque tocaron uno de los nervios más sensibles de la sociedad israelí: el nervio que es la fuente de la legitimidad de la Cosa Sin Nombre. La fuente de legitimidad para robarle a la novia y acusarla de agresión no es simplemente colonial o imperial y no proviene tampoco de la arrogancia del hombre blanco sobre el resto o de la sensación de superioridad de occidente sobre oriente. Más bien, lo que legitima a la Cosa Sin Nombre según el punto de vista de Israel es el hecho de que nosotros, las víctimas del Holocausto, somos la suprema víctima a-histórica de la historia humana a través de las generaciones. Para ser claros, los judíos fueron una de las víctimas más graves de la Europa ilustrada y del nacionalismo cristiano (secundados sólo por los pueblos nativos del continente americano) y su intolerancia hacia la alteridad. La Cosa Sin Nombre describe a los palestinos como parte del fenómeno a-histórico de persecución a los judíos simplemente porque son judíos, y de este modo niegan sus derechos colectivos y los proyectan como una amenaza.
No es sionismo y no es algo que existió en la década de 1930 o de 1950. Es algo duro y crudo, inventado y manipulado por el Primer Ministro Menachem Beguin con el objeto de legitimar la impopular primera guerra del Líbano, cuando comparó a Arafat escondiéndose en su búnker en Beirut con Hitler en Berlín. Esto devino en el mito que le permitió a la identidad israelí, que estaba desmoronándose luego del estallido de la segunda Intifada hacia finales del 2000, volver a cristalizarse[24]. De acuerdo con el mito religioso, “en cada generación se alzan para aniquilarnos”. A pesar de que el significado moderno y actual de esta aniquilación es el anti-semitismo y el Holocausto, los reclamos palestinos son entendidos como intentos de exterminar a la colectividad judía. Es así como los reclamos de los refugiados palestinos son representados. Lo mismo sucede con el reclamo de los ciudadanos palestinos de Israel por un estado democrático (“un estado de todos sus ciudadanos”), así como con el reclamo de aquellos palestinos que viven bajo el régimen militar por un estado palestino independiente sobre el 22% de la dote, con su propio ejército para defenderse.A través del empleo del discurso del Holocausto y de describirse a sí mismo como una víctima, Israel niega la crítica internacional sobre sus políticas y desestima tales críticas como una expresión de anti-semitismo. Este no es el resultado de un sentimiento de superioridad colonial, pero sí de una combinación de cínica manipulación propagandística y de un trauma nacional real que sirve para borrar a la novia, para retratarla como homicida y para justificar que abusamos de ella. Esto nos permite pronunciar el deseo de que ella simplemente desaparezca (en las palabras de Yitzhak Rabin, “Que Gaza sea tragada por el mar”) o que alguien más se la lleve (un administrador egipcio de la Franja de Gaza). Este es un malestar incorporado al futuro: el miedo a la aniquilación colectiva del pueblo judío traducido a un consenso nacional, tanto de “izquierda” como de “derecha”, en el que los palestinos constituyen la “amenaza demográfica”. La mayoría de los judíos israelíes no tienen la intención de vivir codo a codo con la novia en una relación basada en la igualdad, y por ello son incapaces de vivir en Israel–Palestina sin vivir en conflicto. La incapacidad de reconciliarnos con el pasado judío y con la terrible pérdida de Europa nos impide mirar la situación con pragmatismo político y concentrarnos en el presente y en el futuro. No estamos “aquí” (Eretz Israel–Palestina) ni tampoco “allí” (Europa), o estamos en ambos lugares al mismo tiempo. Esta es la naturaleza a-política del lenguaje israelí –su desconexión del espacio y del tiempo.La inmigración a Eretz Israel y la creencia en el derecho a robar a la novia su dote están intrínsecamente vinculadas a la sensación colectiva de pérdida en otro lugar y al miedo a la aniquilación. Tales sentimientos no emergieron en 1967. Más bien, emergieron con el nacimiento del nacionalismo anti-semita en Europa y se convirtieron en un trauma nacional durante la Segunda Guerra Mundial. Netiva Ben-Yehuda, escritora y guerrera del Palmaj (1981, 181), proporcionó una clara expresión acerca de la confusión entre “aquí” y “allí” en su artículo sobre la guerra de 1948: “Cuando nosotros apuntamos nuestros fusiles sobre los árabes, jalamos los gatillos y matamos a los nazis”. El sentido de la auto-justificación y el vínculo entre la tragedia judía y la injusticia sufrida por los palestinos fue reflejado en una propuesta de la conducción del Mapai al gobierno alemán durante los años cincuenta. La propuesta sugería que los alemanes paguen una compensación no sólo a los sobrevivientes del Holocausto sino también a los refugiados palestinos (Lustick 2005). La mayoría de los israelíes ven al Holocausto como la fuente de legitimidad del establecimiento del estado de Israel, así como también del robo actual, eterno y a-histórico de la dote de la novia. Es la responsabilidad de los nazis alemanes y de la Europa anti-semita, sigue el argumento, no la “nuestra”. Nosotros somos las víctimas. Por esta razón, Europa no puede criticar las acciones de Israel porque ella es la fuente del anti-semitismo. Cuando Europa se atreve a criticar a Israel, eso significa que ella continúa siendo anti-semita.¿Cómo podemos contar esta historia? ¿Cómo la desmontamos? ¿Cómo podemos hablar de ella sin ser inmediata y agresivamente silenciados? ¿Cómo podemos traer a los judíos de Eretz Israel-Palestina de vuelta a la realidad, aquí y ahora, a la política concreta? ¿Cómo podemos extraerlos de su guerra a-histórica en contra de aquellos que quieren dañarlos? No hay respuestas ciertas para estas preguntas, pero está claro que debe ser un proyecto colectivo intelectual, académico y político al mismo tiempo. Separar a los académicos de la política aleja al pensamiento crítico del debate político, volviéndolo poco realista, introspectivo y carente de influencia. La tarea de crear un lenguaje crítico es la de conectar, no la de desconectar.Palabras que conectanLa dificultad de nombrar a la Cosa Sin Nombre radica en nuestra incapacidad de encontrar un término que incluya tanto al acto de robarle a la novia como a la descripción del marido abusador como víctima de su resistencia. Todos los términos críticos que nosotros los académicos inventamos (etnocracia, politicidio, campo, sociocidio, espaciocidio, Bantustina, democracia de ocupación) o que tomamos prestados de la esfera política (ocupación, colonialismo, sionismo, paz, estado palestino, línea verde, militarismo, colonización, apartheid) son sólo parcialmente adecuados, y no vinculan eficazmente a la descripción de la Cosa Sin Nombre con el análisis y la condena. Ellos son incapaces de articular una posición política crítica que defina la lucha y que cree una identidad colectiva de resistencia. Son fácilmente neutralizados al probar que son “incorrectos” o al usarlos fuera de contexto.De hecho, los términos que nos permiten hablar de manera más satisfactoria sobre la situación son términos árabes generados durante la lucha palestina: Intifada, Nakba, Tahadiya, Hudna. Estas son palabras que ninguna fuerza militar ha conseguido sofocar, que ningún político ha podido co-optar y que ningún medio de comunicación pudo ignorar. Estos términos se vuelven más poderosos cuando los judíos hebreo-parlantes los usan, y éste es el motivo por el cual los académicos y los activistas políticos comenzaron a utilizar términos árabes. Ta’ayush (convivencia), Tarabut (conexiones[25]). El uso de la terminología de la lucha palestina conecta a judíos y árabes y transforma al bi-nacionalismo en una estrategia política.Mi modesta contribución a la lucha, interpretada como tal retrospectivamente desde mi discurso espontáneo, es la propuesta de un vínculo adicional –un vínculo entre el horror y la frustración experimentada por los judíos de Europa y sus acciones en Eretz Israel–Palestina. De este modo, el término genocidio, que refiere a un acontecimiento en un lugar y en un tiempo distintos, se vuelve simbólico cuando es realizado dentro de la realidad del conflicto israelí–palestino. El gueto judío que sirvió para separar y marcar a los judíos en Europa sirve en el presente para separar, marcar, humillar y controlar a los palestinos aquí y ahora: el gueto de Gaza, el gueto de Ramallah, el gueto de Hebrón y los muros del gueto palestino. Pareciera que, para liberar el gueto palestino, es también necesario hacer salir a los judíos de los guetos europeos, de los cuales todavía necesitan ser completamente liberados.Referencias Bibliográficas- Azoulay, A. (2004). “On the Verge of the Catastrophe,” Paper inédito presentado en la conferencia Van Leer: “The Politics of Humanitarianism in the Occupied Territories”, 20 y 21 Abril de 2004.- Azoulay, A., & Adi, O. (2008). This regime which is not one: occupation and democracy between the sea and the river (1967–). Tel Aviv: Resling.- Beilin,Y. (1985). El precio de la unidad: El partido laborista hasta la guerra de Yom Kippur. Revivim, Ramat Gan [en hebreo].- Ben-Yehuda, Netiva. 1981. 1948: Entre calendarios. Keter, Jerusalén [en hebreo].- Eldar, A. (2003). “Camino a Bantustina” Haaretz, 17 de noviembre de 2008 [en hebreo].- Feige, Michael. 2002. Las Dos Riberas del Mapa: Gush Emunim, Paz Ahora y la configuración del espacio en Israel. Magnes, Jerusalén [en hebreo].- Ghanim, H. 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The theory of social and economic organization. Nueva York: Free Press.- Yiftachel, O. (2006). Ethnocracy, land and identity politics in Israel/Palestine. Filadelfia: Pennsylvania University Press.

[1] “Speechlessness: In Search of Language to Resist the Israeli ‘Thing Without a name’”, publicado online el 21 de marzo de 2009, Springer Science + Business Media, LLC 2009. Estas ideas fueron presentadas por primera vez en la conferencia sobre “Colonialismo y Post–Colonialismo en Israel”, que se llevó a cabo en el Instituto Van Leer, Jerusalén, el 21 de marzo de 2005. Una versión previa fue publicada en hebreo bajo el título “La novia rechazada, la miseria del lenguaje de resistencia contra la ocupación” en Theory and Criticism 27 (2005) pp. 187-196. La versión hebrea original fue escrita en el contexto de la desconexión israelí de Gaza, pero a la luz de la reciente ofensiva en la Franja de Gaza he decidido hacer las actualizaciones necesarias y publicarlo en Inglés. International Journal of Politics, Culture, and Society, Springer Holanda, Volumen 22, Number 1 / marzo de 2009, pp. 105-116.
[2] Neve Gordon (2007) también empleó la metáfora de Eshkol para referirse a la separación de los palestinos de sus tierras como un medio de control militar.

sábado, 22 de agosto de 2009

Martes 18 de agosto - "Matzpén: israelíes antisionistas"

Matzpén (Israel 2004, Eran Torbiner)
Este documental presenta los avatares políticos vividos por militantes de esta organización socialista , antisionista, desde los inicios de 1960 hasta nuestros días. Las posiciones políticas en relación al desarrollo histórico del movimiento sionista como expresión colonial en Palestina, el diálogo político iniciado con una organización política palestina, el Frente Democrático de Liberación de Palestina, las impresiones sobre esta organización y sus posiciones expresadas por personajes como Tarik Ali, Cohen Bendit, Nayef Hawatme y una larga lista de entrevistas con los propios militantes de la organización. Este documental presenta un panorama polémico en relación con las políticas establecidas a lo largo de la historia del Estado de Israel.
El nombre Matzpén significa “brújula”. Este movimiento se propone re-orientar la política: no sólo en el sentido de encontrar una dirección que la lleve a buen puerto (que en este caso sería la coexistencia) sino también –y sobre todo- de reubicarla en el contexto de Oriente Medio del que la conducción sionista buscó obstinadamente alejarse. Matzpén comparte la raíz con matzpún, que significa “conciencia”. Esta película documenta innumerables aspectos de la situación, entre los que empezamos a enumerar:
1- En primerísimo lugar la necesidad de reconocer el derecho al retorno de quienes se vieron obligados a abandonar su tierra y su casa (“si el pueblo judío puede retornar después de 2000 años ¿cómo no podría hacerlo el palestino después de seis décadas?”, palabras de Akiva Or)
2- “El odio es nuevo” sostiene Haim Hanegbi, y alude a la Edad de Oro en España. Se trata de un montaje, una invención que puede ser desmontada.
3- La necesidad de volver a los límites marcados por la ONU en 1947 (la “línea verde”). En otras palabras: devolución de los territorios ocupados.
4- La importancia de que el estado no discrimine a sus ciudadanos por religión o etnia y así la posibilidad de convivencia.
5- Entender de una vez por todas que de ambos lados hay seres humanos con miedos y ganas de vivir.
6- Que si bien se trata de un conflicto singular (como todo conflicto) existe una solución que empieza por reconocer el derecho al retorno de los palestinos. Y que criticar las políticas del Estado de Israel no es sinónimo de antisemitismo.

De esta manera Matzpén funge como brújula cuyo norte es la conciencia (matzpún) recuperable de Israel.

Los invitamos a ver el documental este martes 18 de agosto de 2009 a las 19 hrs. en la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario. Al finalizar la proyección, habrá un debate en el que participarán Eduardo Mosches, Husni Abdel Wahed y Pedro Miguel. Moderará Marcos Límenes.

viernes, 21 de agosto de 2009

Ciclo de cine-debate "¿Paz o pax en Medio Oriente?"


Ciclo de conferencias "Palestina-Israel: paz imaginaria, discurso de guerra" - Prof. Lev Grinberg

El Posgrado en Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM invita al
Ciclo de conferencias sobre Palestina-Israel: “Paz imaginaria, discurso de guerra".
Impartido por el Dr. Lev Luis Grinberg, Universidad Ben Gurion, Beer Sheva, Israel.

Programa:

Lunes 21 de septiembre de 2009, 11 hrs, FFyL, conferencia:
“La construcción política de una paz imaginada” (1987-2000)

Lunes 21 de septiembre, 17 hrs., FFyL, Encuentro con estudiantes del Posgrado en Filosofía: “Obstáculos conceptuales para el estudio de Israel-palestina”.


Martes 22 de septiembre, 11 hrs., FFyL, conferencia:
“Reconstruyendo al enemigo: discurso y violencia”.

Martes 22 de septiembre, 19 hrs, Sala Julio Bracho, CCU: participación en el ciclo de cine-debate “¿Paz o pax en Medio Oriente?”, comentario a la película Z 32 junto a Paco Ignacio Taibo II y Luis Tovar.


Breve CV:
Lev Luis Grinberg (PhD) es economista y sociologo político, "senior lecturer" en el Departamento de Sociología y Antropología en la Universidad de Ben Gurión. Es el director del Departamento desde 2006, y fue Director del Instituto Humphrey para Estudios Sociales (1998-2003). Sus campos de investigación son la historia del Movimiento Laborista Sionista, la economía política de Israel, y la sociología del conflicto Israelí-Palestino. Entre sus publicaciones: (libros) Corporatismo Dividido en Israel (1991), La Histadrut[1] por sobre todo (1993), Introducción a la Economía Política, (1996), Memoria en Disputa: Mito, nación y Democracia, (2000), Voces Orientales (2005), Paz Imaginada Discurso de Guerra (2007) Politica y Violencia in Israel/Palestina, Democracia vs. Gobierno Militar (2009). Artículos: "Democracia Imaginaria en Israel", "La Paz Israeli-Palestina según la visión de la Izquierda", "El Régimen Dual de Israel desde 1967", "El Anillo de Economía Estrangulante: Tres Puntos de Ruptura en 40 Años de Dominación Económica-Militar" y "Sin Palabra: En Busca de un Lenguaje para Resistir 'La Cosa sin Nombre' Israelí" (que se encuentra en este blog en inglés como "Speechlessness", pronto publicaremos la versión al español de Federico Donner).
Grinberg fue uno de los fundadores del movimiento estudiantil Judeo-Arabe Campus en 1974, fue el primer portavoz del movimiento de Objetores de Conciencia YESH GVUL, en 1982. Fue también consejero estratégico de los Secretarios generales de la Histadrut, Haim Ramon y Amir Peretz (1994-1997). Entre sus columnas más traducidas se encuentran "La Arrogancia de la Ocupación", El Estado Terrorista de Israel", "La Guerra Global de Busharon", "Atrapados por la USA" "Lecciones Israelíes sobre Guerras Preventivas", "Genocidio Simbólico", "Fiesta de Despedida en Gaza" y "Enero Negro".
[1] Organización Obrera

jueves, 20 de agosto de 2009

¡Ramadan karim! (Mensaje de "La paz ahora" -Shalom ajshav- por el inicio del Ramadan)

Este año, el mes de Ramadan no coincidirá con el día de Kipur, Sin embargo, no veamos en esto ningún signo de mal augurio. Los calendarios así están hechos.
Recordemos con en el Islam, el mes del Ramadan es un momento de solidaridad para con los necesitados. Para nosotros esta es la oportunidad de rendir homenaje a los actores sociales y humanitarios que trabajan, en Israel y en los territorios palestinos, para mejorar la situación de las poblaciones que padecen la situación de crisis permanente en la región, aquellos que dan un paso hacia el otro sin reparar en su nacionalidad ni en su origen. Más allá de las maniobras políticas y lejos de las conferencias internacionales, ellos son los verdaderos constructores de la paz, aquellos que hacen que un día tendrá lugar el encuentro entre los hombres, el reconocimiento de los Estados y los destinos de los pueblos.
Ramadan karim a todos nuestros amigos musulmanes, tanto a aquellos que ayunarán como a aquellos que no lo harán. Y a todos los otros, religiosos, agnósticos y ateos.

martes, 18 de agosto de 2009

Ezra Nawi: israelí acusado por un juez de "disturbios contra la paz" por tratar de detener la destrucción de casas beduinas por un bulldozer

Otra parte interesante del conflicto en medio Oriente. Los actos punitivos del Estado de Israel contra ciudadanos judíos que se oponen a las políticas oficiales.
Eduardo

Ezra Nawi's sentencing hearing took place yesterday (Sunday), and Jewish Voice for Peace was there with over 20,000 of your signatures. The judge will render her sentence on September 21st, 2009. At the hearing, Emily Schaeffer testified on behalf of JVP, and on behalf of all the people who had signed letters in support of Ezra. She explained that over 20,000 people from around the world knew Ezra, supported him, and demanded that he not be jailed for his courageous nonviolent defense of Palestinian Bedouins in the South Hebron region-under constant attack by settlers, the Israeli army and police.When crossed-examined, she was asked if "tikkun olam" described the events about which the hearing was taking place. She answered: "Absolutely."The prosecutor objected to the filing of the signatures. Thanks to Emily's testimony on behalf of JVP, and thanks to the insistence of Ezra's attorney, Leah Tzemel, the long list of names attesting to Ezra's support were accepted by the judge.In fact, the Jerusalem Post reported on this case in an article with the following title:20,000 sign petition asking Jerusalem court not to put peace activist Ezra Nawi in jailTo date, the video detailing the events leading to his arrest has been watched over 37,000 times. Ezra Nawi's sole crime was trying to stop a military bulldozer from destroying the homes of Palestinian Bedouins in the South Hebron region. Ironically, Judge Ziskind verdict punishes Nawi for "disturbing the peace:" The peace of the bulldozer and the home demolitions.After the soldiers demolished the home, a handcuffed Ezra is seen telling the laughing soldiers:"Yes, I was also a soldier, but I didn't demolish houses. There's a big difference. The only thing that will be left here is hatred. Only hatred will be left here. Very funny, soldier? That the kids will be sleeping outside, is that funny?"No wonder The Nation called him "Israel's Man of Conscience." Haaretz compared his nonviolent resistance to that of the Mahatma Gandhi and Martin Luther King, Jr.Ezra's case is part of a larger pattern of harassment targeting nonviolent resistance against the Israeli occupation. Palestinian nonviolent activists fare considerably worse than him. We recall the recent arrests of Palestinian nonviolent activists in the town of Bil'in. Eighteen Palestinian activists remain in military prison today, together with the two leaders of the the Bil'in Popular Committee Against the Wall and Settlements: Mohammed al-Khatib and Adib Abu Rahma. They sit in military jails without bail-or are offered bail only under condition that they cease their nonviolent demonstrations. Others, such as Bassem Ahmed Ibrahim Abu Rahma, have paid for their nonviolent protests with their lives. Last April, he was killed in Bilin by a high velocity tear gas fired directly at him at close distance. Sydney Levy Jewish Voice for Peace

lunes, 17 de agosto de 2009

EL OTRO MURO -Martes 18 de agosto, 19 hrs. Sala Julio Bracho

Graffitti del lado palestino del muro


EL OTRO MURO (Tomado en partes de http://www.tucineportal.com/elotromuro.htm escrito por Fco. Javier Quintanar)
El Otro Muro es un filme escrito y dirigido por la realizadora de origen marroquí Simone Bitton, y que fuera presentado en la emisión 2004 del Festival de Cannes. Coproducido por Francia e Israel, este trabajo documenta parte del proceso por medio del cual estos últimos ha establecido (muchas veces de manera arbitraria) límites fronterizos para separar su territorio del perteneciente a las otras naciones vecinas. Esta acción ha traído consecuencias desastrosas para todos, afectando en particular la vida de los civiles.
Para ilustrar este aspecto, la directora se decide por dos facetas: por un lado, recaba la opinión de la gente común que vive próxima a esta construcción, con lo que brinda foro a las opiniones de los afectados de manera inmediata. Así, los perjudicados expresan que esta muralla no sólo dividió un terreno, sino también sus vidas, ya que muchos de ellos quedaron separados de sus familiares, sus lugares de trabajo, sus lugares de abastecimiento, etcétera. Las opiniones son de diversos matices y van de la reflexión más mundana y sencilla hasta la más profunda y filosófica; pero todas ellas tienen algo en común: describir la percepción general de una ciudad que se encuentra atrapada en medio del sin sentido de una conflagración que les supera.
La otra faceta de este relato descansa en lo visual. De este aspecto, Bitton afirma: “Traté de filmar la belleza del lugar mientras era destruida, eso es lo que le da fuerza al filme: filmé el funeral de esta tierra”. Una aseveración nada exagerada ya que,por medio de diversas secuencias (sin ningún tipo de sonido más que el ambiental), testificamos el proceso de elaboración del enorme muro de concreto, y de cómo al concluirse su construcción, el resultado es una edificación que aparentase no tener principio ni fin, que se revela opresiva a la vista, amenazadora por la cantidad de puestos de vigilancia militar y un operativo permanente de vigilancia aérea desplegado alrededor del área.
Sin embargo, dicho operativo se revela inútil, cuando testificamos cómo la gente común logra burlar la vigilancia y abrirse paso en ciertas partes del muro, para saltarlo o pasar por debajo e intentar continuar con su existencia. Así, jovencitos y adultos, ancianas con sus bolsas, familias con bebés de brazos y otros ciudadanos; cruzan diariamente en ambas direcciones del muro para probar dos cosas: su ineficacia y que su verdadera naturaleza es intimidatoria y erigirse como una herramienta de humillación (cualquier similitud con cierto “muro de la vergüenza” es mera coincidencia).
Con amplia experiencia en el tema (avalada por sus trabajos previos a esta cinta), la premisa de Bitton va mas allá del conflicto árabe-israelí, y se preocupa más por mostrar las consecuencias absurdas que de esta confrontación se han desprendido y que afectan la vida de la población general de ambos bandos. Ella lo define en sus propios términos: “Es importante para mí tener una voz, pero que pueda hablar tanto en hebreo como en árabe; poder escuchar el hebreo y el árabe, e ir de un lado a otro del muro, porque, para mí, no hay dos lados: sólo hay país, un pequeño país”.
El Otro Muro. Título original: Mur. Dirección: Simone Bitton. Guión: Simone Bitton. Fotografía: Jacques Bouquin. Francia / Israel, 2004. Duración: 95 minutos.

La mesa de debate estará conformada por Pilar Calveiro, Hugo Gutiérrez Vega y José María Espinasa. Moderará Silvana Rabinovich.